Teoría Diccionario Oxford De La Música A - K | Page 539

Estados Unidos de América 544
nativo de Norteamérica. Iniciando con The New England Psalm-Singer( El cantor de salmos de Nueva Inglaterra, Boston, 1770) del curtidor William Billings, los músicos nativos, incluyendo al tendero Daniel Read de New Haven, al sombrerero Timothy Swan de Suffield, el carpintero Oliver Holden de Charlestown y docenas más, dieron clases en las escuelas de coros, escribieron sus propias piezas sacras, compilaron libros de melodías y, a medida que éstos y otros libros se vendían, vieron circular sus composiciones impresas. Su música, escrita en general para coro a cuatro voces sin acompañamiento, carece de la suavidad armónica y melódica de la música europea de esa época. Sin embargo, la música sacra de Nueva Inglaterra en el siglo XVIII, escrita por músicos autodidactas que escribían para sus vecinos o para cantantes con antecedentes y habilidades similares, mostraron considerable vitalidad y arraigo. A medida que la frontera se desplazó hacia el oeste después de 1800, los grupos religiosos evangélicos que se asentaron al oeste y al sur establecieron una práctica de música sacra que en algunos aspectos era semejante a la de la Nueva Inglaterra de Billings. Los libros de melodías compilados por maestros de canto sureños en los siglos XIX y XX( por ejemplo The Sacred Harp,“ El arpa sagrada”, compilado en Hamilton, GA, 1844), por lo general contenían composiciones locales más recientes y una selección de las favoritas de Nueva Inglaterra.
La actividad musical secular de la época se organizó de manera muy diferente y fue guiada por músicos inmigrantes de Europa. En sus rondas por las ciudades de la costa este, comenzaron a presentar conciertos públicos desde 1731 en Boston y 1732 en Charleston. Poco después de 1750, con la llegada de la compañía de teatro de Hallam, que hizo extensas giras y a la que pronto se unieron otras compañías rivales, el teatro musical comenzó a causar su primer impacto, con la representación de las más conocidas óperas-balada inglesas. Cuando llegó el tiempo de la guerra revolucionaria, los maestros de música nacidos en Europa estaban enseñando a jóvenes clavecinistas, flautistas y violinistas norteamericanos en ciudades y pueblos, así como en las plantaciones del sur. Sin embargo, estas actividades eran esporádicas, comparadas con lo que ocurrió después de la guerra. A medida que los residentes de las ciudades de la costa del Atlántico comenzaron a disfrutar de mayor riqueza y tiempo libre, profesionales europeos como Gottlieb Graupner( 1767-1836) y Benjamin Carr( 1768-1831) hallaron mayores razones para establecerse en el nuevo mundo. Hacia mediados de la década de 1790, cada una de las ciudades importantes de la costa atlántica – Boston, Nueva York, Filadelfia, Baltimore, Charleston – tenía su propio teatro musical. Se ofrecían regularmente conciertos de música vocal e instrumental y las clases de música estaban disponibles para quien pudiera pagarlas. Comenzaba a florecer un negocio musical doméstico: los editores publicaron canciones y piezas del teatro musical angloamericano en partituras y los instrumentos musicales tanto europeos como fabricados localmente estaban disponibles y a la venta.
La mayor parte de la música temprana de los Estados Unidos, ya fuera sacra o secular, fue forjada por músicos que trabajaban para satisfacer a un público particular y dependían a largo plazo de un cierto éxito comercial. Un notable grupo de disidentes religiosos hizo una música completamente al margen de consideraciones comerciales: los moravos, que se habían establecido en Carolina del Norte y Pensilvania hacia la década de 1750 y cuyo alto nivel de ejecución y composición estaba centrado en la música sacra así como en la música instrumental de cámara. Otro músico para quien el éxito comercial no tuvo relevancia fue el“ caballero amateur” Francis Hopkinson, cuyas Seven songs( Siete canciones, Filadelfia, 1788) están entre las más antiguas canciones de arte compuestas en los Estados Unidos. Pero los moravos y el aristocrático Hopkinson son excepciones y muy pocos de sus contemporáneos conocedores de música estaban en posición de seguir su ejemplo. Así, en el siglo XVIII, los cimientos para el sostén de los músicos norteamericanos no se asentaron en los salones y las catedrales, sino en el mercado de consumo.
2. El siglo XIX El quehacer musical organizado aumentó considerablemente en todos los aspectos durante el siglo XIX. El rápido crecimiento de la población del país y del territorio colonizado ayudó a provocar un crecimiento correspondiente de la clase media norteamericana, cuyas necesidades y gustos contribuyeron notablemente a dar forma a la vida musical del siglo XIX en los Estados Unidos. Los primeros músicos que aprendieron a asumir las necesidades musicales de la clase media y que establecieron los medios para lograrlo, ejercieron una mayor influencia de lo que sus talentos puramente musicales parecían justificar. Lowell Mason( 1792-1872), Patrick S. Gilmore( 1829-1892) y George Frederick Root( 1820- 1895) fueron tres de esos músicos.
Mason, nacido en Massachusetts y compilador de más de 50 publicaciones musicales, compuso numerosas