Teoría Diccionario Oxford De La Música A - K | Page 535

España 540
6. El siglo XIX La Revolución francesa y la consiguiente invasión napoleónica tuvo un profundo efecto de inestabilidad en la vida española. Con la expulsión de Napoleón a raíz de la Guerra Peninsular, el país experimentó una serie de guerras civiles y levantamientos internos que interrumpieron y rezagaron el desarrollo cultural y social del país. De hecho, una de las pocas figuras españolas significativas de comienzos del siglo XIX fue el pintor Francisco Goya, cuyas obras de madurez capturaron el espíritu pesimista que imperaba en su tiempo. La restauración del impopular Fernando VII condujo a un“ drenado cerebral” cultural y, en lo musical, el periodo estuvo dominado por completo por músicos y obras italianas. La cuarta esposa de Fernando, María Cristina de Nápoles, era una ferviente admiradora de Rossini y, para la fundación del Conservatorio de Madrid en 1830, la dirección quedó en manos de un cantante italiano en lugar de un músico español. Solamente dos nombres de músicos españoles destacan en este periodo: Manuel García y Fernando Sor. García, su hijo Manuel y sus hijas, Pauline Viardot y María Malibrán, revitalizaron el canto en España, y Sor puede ser considerado, junto con su amigo y rival Aguado, fundador de la escuela moderna de la guitarra. La música española sufrió una pérdida inconmensurable con la muerte prematura de Arriaga quien, a los 16 años de edad se perfilaba como promisoria figura en la música sinfónica, de cámara e incluso operística.
La declinación de la música litúrgica en el siglo XVIII se aceleró en el XIX. Una ley promulgada en 1835 ordenó el cierre de instituciones religiosas en toda España y, en 1851, un concordato redujo el número de músicos al servicio de las iglesias a sólo un maestro, un organista, un tenor y unos pocos niños cantores. La baja moral que imperaba entre los músicos eclesiásticos se prolongó hasta 1896, año en el que un congreso especial analizó la penosa situación de la música sacra, emitiendo una recomendación para realizar cambios, entre éstos la publicación de obras maestras españolas antiguas. Dichas obras habían sido retomadas con anterioridad en ese mismo siglo por Hilarión Eslava( 1807-1878), editor de la Lira sacrohispana, pero su proyecto fracasó por falta de recursos económicos.
La zarzuela había desaparecido antes de la década de 1780, reemplazada por la tonadilla escénica y por la ópera buffa italiana; para 1830, las obras españolas estaban prácticamente extintas. No obstante, el primer profesor de composición del Conservatorio de Madrid, Ramón
Carnicer( 1789-1855) recurrió a temas españoles en sus obras escénicas( como Don Juan Tenorio), estimulando el interés en la zarzuela como forma de arte nacional entre compositores como Joaquín Gaztambide( 1822- 1870), Emilio Arrieta( 1821-1894), Cristóbal Oudrid( 1825-1877) y, muy en particular Francisco Asenjo Barbieri, cuya postura en la música española es análoga a la de Glinka en Rusia o, como crítico, a Berlioz en Francia. Pan y toros( 1864) de Barbieri fue la primera zarzuela mayor en tres actos basada en un tema español; asimismo, fundó una sociedad musical que introdujo la música sinfónica contemporánea a Madrid.
Más adelante, la zarzuela del siglo XIX estuvo dominada por los protegidos de Barbieri, Federico Chueca, Manuel Fernández Caballero y Ruperto Chapí; Tomás Bretón, rival del bando de Barbieri, compuso la que quizá sea la más grande zarzuela de todos los tiempos, La verbena de la paloma. La agudeza social y la popularidad del género fue un impedimento para el desarrollo de una verdadera tradición operística española. Las óperas escritas en su totalidad por Chapí y Bretón( como La Dolores de Bretón), aunque son repuestas de vez en cuando, carecen de la espontaneidad de la forma local de la zarzuela, que recurre a la fuerza rítmica de las danzas populares urbanas. Muchos teatros nuevos abrieron sus puertas en Madrid durante la segunda mitad del siglo, entre éstos el magnífico Teatro Real, el Apolo( 1850) y el Teatro de la Zarzuela, fundado por Barbieri y sus allegados en 1856 y, todavía en la actualidad, hogar espiritual de la música teatral española.
El movimiento romántico en España, más débil que en Alemania, Inglaterra o Francia, ejerció influencia sólo hasta después de la muerte de Fernando VII( 1833), momento en el que muchos intelectuales regresaron al país de su exilio voluntario, trayendo consigo las novelas de Victor Hugo y Alejandro Dumas y la poesía de Byron. La liberalización, a la par del crecimiento de una poderosa clase media urbana, condujo al establecimiento, primero de una monarquía constitucional y, después, de la Primera República de breve duración( 1873-1875). La creciente tendencia nacionalista se manifestó en la música a través del uso de música popular y ritmos de baile como la jota, la seguidilla y el zapateado que, en gran medida derivados de la música gitana andaluza, imprimieron ese gusto esencialmente“ español” en la mayor parte de la música española de finales del siglo XIX y comienzos del XX. Un nuevo ingrediente, con los giros armónicos y melódicos de evocación de la música mora“ oriental”, se introdujo a través