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Estos registros en ocasiones pueden parecerse a las notaciones usadas por compositores de vanguardia europeos y estadunidenses en las décadas de 1950 y 1960.
Hasta ahora hemos discutido diferentes aspectos relacionados tanto con el enfoque“ tradicional” de la educación musical como con“ la visión centrada en el niño”. Aún nos queda por ver una tercera noción que es más reciente. Muchas veces ya resulta imposible identificar una sola tradición cultural que comparta una comunidad escolar. Esto se debe a que se ha ido elevando la edad en la que los niños dejan la escuela, al crecimiento y decaimiento de las zonas urbanas y a la creciente migración hacia Europa, Australia y los Estados Unidos. Los intereses musicales tan heterogéneos de los estudiantes mayores, especialmente de los que provienen de contextos étnicos o socioculturales distintos, han planteado a los maestros nuevos problemas. Si hay una cultura compartida, se transmite a través de la radio, la televisión y el disco compacto. ¿ Qué tiene que hacer un maestro de música cuando los estudiantes vienen a la escuela o a la universidad ya impregnados de los estilos actuales de música popular? La respuesta tradicional ha sido ignorar esta situación y esperar que se disuelva con el tiempo. Otra solución ha sido evadir la cuestión bajo la asunción de que esa música es un fenómeno“ social” más que artístico y concentrarse una y otra vez en una exploración inicial del“ sonido en sí”, en lugar de cubrir lenguajes musicales específicos y reconocibles. Aun así, desde la década de 1960, cuando el grupo The Beatles demostró contundentemente que un estilo comercial es compatible con la calidad artística, ha habido una creciente apertura ante la posibilidad de encontrar riqueza en los diversos bagajes musicales de los alumnos. Los medios masivos hacen su trabajo formando una experiencia general, comunitaria y compartida. Crean una especie de cultura popular amplia, transmitida de foma oral y recibida de forma auditiva, entretejida con las texturas de la vida diaria de la gente. Sería un error que los maestros ignoren esta tradición ya tan universal. Después de todo, es positivo observar todo lo que aprenden los niños a través de los medios masivos sin que nadie les esté enseñando.
3. Fundamentos de la educación musical En Gran Bretaña, durante los últimos años del siglo XX hubo una creciente presión sobre las instituciones educativas para justificarse públicamente. Amplias reformas en los procesos de evaluación y aplicación de exámenes, así como el establecimiento en 1991 del“ National
Curriculum”, brindaron a los educadores musicales una oportunidad para establecer principios fundamentales que formarían una base para la educación musical. Los“ objetivos” establecidos en el“ National Curriculum” – interpretación, composición, escucha y apreciación – dieron una estructura de planeación clara que se enfocó en obtener experiencia musical más que en transmitir información de segunda mano. El“ National Curriculum” funciona mejor en las escuelas, combinando elementos cuidadosamente dentro de un rango de filosofías de la educación. Apuntalando su pensamiento, como con todos los esquemas que promueven una enseñanza eficiente, están algunos principios fundamentales para guiar a los maestros, ya sea trabajando con los más motivados, los renuentes o los talentosos, de manera individual, en clases grupales o en una educación ulterior.
Toda persona necesita experimentar logros, y quienes participan en clases de música no son ninguna excepción. Esto no necesariamente es relativo a los resultados obtenidos en pruebas y exámenes, sino en los encuentros cotidianos con la música. Para mantener un buen nivel de motivación, se tiene que alcanzar una sensación creciente de dominio y de comprensión. En condiciones normales, todos los seres humanos necesitan y quieren aprender, siempre y cuando los fracasos repetidos no obstruyan este impulso. En ocasiones, las escuelas han sido lugares donde los alumnos han aprendido a fracasar, y donde de hecho los maestros también han fracasado por todas las dificultades implícitas en organizar el aprendizaje para grupos numerosos de personas que tal vez asisten por obligación y con poco entusiasmo.
Un maestro eficiente aprovecha lo que el psicólogo Jerome Bruner ha llamado“ las energías naturales que sustentan el aprendizaje espontáneo”, es decir, la curiosidad, el deseo de sentirse capaz, una fuerte tendencia de emular a los demás y la necesidad de interactuar socialmente. La curiosidad no se despierta si dictamos apuntes sobre la historia de la música, si decimos a los alumnos qué es lo que deben buscar en la música que escuchan, o si tratamos a un grupo que está haciendo música como si fuera una especie de órgano mecánico; se despierta si hacemos preguntas, conversamos, escuchamos música antes de hablar de ella, involucramos a las personas para que tomen decisiones acerca de la música que inerpretan, si componemos e improvisamos. El Programa Nacional ha apoyado a los maestros a través de la creación de un marco de obje-