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Anik Devriès y François Lesure han publicado un Dictionnaire des éditeurs de musique français en tres volúmenes, mientras que para las Islas Británicas existen los trabajos de Frank Kidson( British Music Publishers, Printers and Engravers), Charles Humphries y William C. Smith( Music Publishing in the British Isles from the Beginning until the Middle of the Nineteenth Century) y John Parkinson( Victorian Music Publishers: An Annotated List).
La bibliografía musical como disciplina abunda en los estudios sobre editores individuales, remontándose a los primeros productos de Ottaviano * Petrucci en 1501, e incluso más atrás. Las listas comparativas de los números de placa de editores ingleses de música en la primera mitad del siglo XIX, han sido compiladas por Alan Tyson y Oliver Neighbour; Otto Erich Deutsch ha publicado sobre el mismo tema, tomando una muestra geográfica y cronológica más amplia. Tyson también es famoso por sus brillantes estudios bibliográficos de las filigranas en el papel que usó Mozart.
Algunos podrían objetar la obsesión de los bibliógrafos descriptivos con las fechas, y es verdad que si bien contribuyen a registrar gráficamente la historia de una narrativa específica o de una composición musical, pueden conducir a los bibliógrafos y bibliófilos al capricho, por ejemplo, de reunir sólo primeras ediciones. Sin embargo, la comparación de distintas ediciones, quizá de diferentes editores, es un asunto de gran relevancia para los bibliógrafos musicales, musicólogos y ejecutantes, pues los cambios en el texto se reflejan en la interpretación. En parte por esta razón, los editores de las obras de Gesamtausgaben, o ediciones académicas completas de las obras de compositores, documentan tan concienzudamente las diferencias textuales entre las fuentes que se utilizaron en la preparación de sus ediciones; y es también el motivo de que editores como Henle de Munich concedan tanta importancia a la publicación de un“ original”, texto no adulterado( o Urtext) que ellos consideran que representa más cercanamente las intenciones del compositor.
JWA bibliotecas. Existen bibliotecas muy diversas que almacenan información sobre diferentes temas.
1. Historia; 2. Tipos de bibliotecas; 3. Bibliografía y recursos en línea.
1. Historia Las primeras colecciones de música se recopilaron en las escuelas de canto( scholae cantorum) de las catedrales y las abadías importantes en forma de antifonarios manuscritos de canto llano y, más adelante, en libros corales polifónicos. Puesto que la música era para el uso común, al volverse obsoleta, el destino de los manuscritos era incierto, a lo cual contribuía la naturaleza conservadora de la Iglesia y la facilidad de almacenar el material en desuso en un oscuro rincón de algún inmenso edificio. Sobra decir que se ha perdido mayor cantidad de obra de la que ha logrado conservarse. Lo efímero de las prácticas interpretativas es más evidente en el material de la música secular que ha sobrevivido. Si bien el cúmulo de música secular instrumental y vocal posterior a 1500 aumentó considerablemente gracias a la imprenta musical, su conservación no se debió a que las obras fueran recopiladas para su preservación.
Una de las primeras colecciones de música secular inglesa que se ha preservado intacta pertenece a la Music School de la Oxford University; iniciada en 1627 por el primer profesor de música de dicha escuela, William Heather, consiste en partes independientes de madrigales y motetes. El hecho de que la Music School impulsara activamente la interpretación de música instrumental y vocal a lo largo del siglo XVII, otorga particular importancia a esta colección que en la actualidad se conserva en la Bodleian Library.
Los siglos XVII y XVIII fueron testigo del desarrollo de orquestas cortesanas y casas públicas de ópera. Si bien los archivos de dichas instituciones no estuvieron bien documentados, se ha logrado preservar algunos importantes, como el de la Ópera de París, que en la actualidad pertenece a la Bibliothèque Nationale de France. La pérdida de estos archivos se debió a los frecuentes incendios que arrasaron los teatros, o que simplemente han sido destruidos intencionalmente con los frecuentes cambios de administración.
Las bibliotecas que conservan archivos de interpretación suelen ser“ privadas”, tienden a especializarse en un tipo de música y se preocupan poco por lo que no está en el repertorio regular. Inclusive hoy en día, muchos de los archivos musicales del repertorio de agrupaciones activas como cuartetos de cuerdas, corales, orquestas profesionales y aficionadas o conjuntos de música antigua, corren el riego de perderse al momento de la disolución de los grupos; en este proceso, los archivos pueden ser transferidos a otros grupos similares o bien ser divididos para su venta; dado el caso, parte de la música podrá ser deshechada en botes de basura, mientras que otra se empolvará en áticos y sótanos desconocidos.
La recopilación de música con fines de estudio histórico se inició a finales del siglo XVII.