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Al final del periodo, J. J. Fux, Kapellmeister de la corte de Viena( 1715-1741), era el principal teórico de su tiempo y estableció métodos de enseñanza que fueron de uso durante todo el Clasicismo y mucho después.
Durante la primera mitad del siglo XVII, la cultura musical alemana se vio perjudicada por los estragos de la Guerra de los Treinta Años. Sin embargo, la multiplicidad de pequeños príncipes a partir de entonces y la existencia de ciudades mercantiles libres( como Frankfurt, Hamburgo, Leipzig, Lübeck y Nuremberg), así como la división entre los dos credos, aseguró una gran diversidad musical en la última etapa del Barroco. La influencia italiana también se sintió allí con fuerza. Schütz fue a Venecia a estudiar con Gabrieli y Monteverdi, y estuvo sumamente influido por su ejemplo en sus Psalmen Davids y su Kleine geistliche Concerte, así como en sus madrigales y demás música eclesiástica. El motete italianizado culminó en la cantata sacra alemana, en alemán o en latín; del tiempo de Pretorio en adelante, la cantata basada en el coral, elemento esencial del culto protestante, se volvió cada vez más importante, tal como puede constatarse en las obras de compositores como Schein, Scheidt y Buxtehude, y alcanzó su apogeo en la música de J. S. Bach. Del mismo modo, el tema de la Pasión protestante prosperó en el centro y norte de Alemania, con Schütz, Theile y otros, y en última instancia con Keiser, Telemann, Handel y Bach. También florecieron las canciones sagradas de menor escala: himnos y canciones devocionales para uso doméstico.
La actividad operística fue más esporádica: los teatros de ópera se establecieron en algunas de las cortes más grandes e italianizadas( en particular Munich y Dresde); la ópera en alemán o en varios idiomas, como era de esperarse, fue favorecida en los teatros de ópera municipales de las ciudades libres, de los cuales el de Hamburgo fue el primero( 1678) y atrajo a compositores como Keiser, Mattheson y Handel. Alemania fue lenta en el desarrollo de la sonata al estilo italiano, y la música de ensamble y orquestal se apoyó en la suite de danza francesa al menos tanto como en los modelos italianos; los compositores alemanes tenían una propensión al contrapunto elaborado. La música para clavecín y órgano, que estaba influida por Sweelinck en el norte y por modelos italianos en el sur – Froberger, quien contribuyó a la formación de la suite para teclado y que había sido discípulo de Frescobaldi en Roma –, prosperó de forma particular; entre los principales compositores para órgano están Buxtehude y Reincken en el norte, Pachelbel en el sur. La culminación del Barroco alemán se dio en la obra de Telemann, quien aportó obras generosamente a todos los géneros, Handel y J. S. Bach.
Fuera de las tres culturas musicales principales de Europa, el Barroco tuvo dialectos locales pero que en general estuvieron influidos por el estilo italiano. La música española fue conservadora; el desarrollo principal se dio en el villancico, género vernáculo que se volvió cada vez más popular e importante durante la Contrarreforma tanto en el culto religioso como en contextos seculares. La ópera tuvo una lenta aceptación: La púrpura de la rosa, atribuida a Hidalgo, se presentó en la corte de Madrid en 1660, sin embargo la zarzuela, ópera pastoral ligera, tuvo gran difusión desde finales del siglo XVII. Una gran cantidad de música española fue enviada a los poblados en el Nuevo Mundo. Entre los géneros locales en Inglaterra estaban las masques cortesanas, cultivadas especialmente por Purcell, y el verse anthem, contraparte anglicana del motete concertante. Fuera de algunos intentos esporádicos anteriores, la ópera comenzó en la primera década del siglo XVIII y fue establecida gracias a los esfuerzos de Handel, sus colegas y sus mecenas por establecer compañías de ópera que se sostuvieran de modo adecuado( esfuerzos que aún no han surtido suficiente efecto).
Fue en la obra de Handel y Bach – junto con la de un selecto grupo de sus contemporáneos, entre ellos Domenico Scarlatti, Vivaldi, Rameau y Telemann en particular – que la época barroca alcanzó su culminación. Bach trabajó dentro de la tradición alemana protestante local de fundamentos eclesiásticos, centrada en Turingia y Sajonia; su música es más cultivada, tiene un trabajo más rico y es más profunda en sus implicaciones expresivas que la de cualquiera de sus contemporáneos, además de que llevó las técnicas contrapuntísticas a un nuevo nivel. Handel, nacido en Sajonia, educado en Alemania central, Hamburgo e Italia y establecido en Londres, compuso en un lenguaje musical completamente cosmopolita: escribió las óperas italianas más finas de su época, creó el oratorio inglés y el concierto para órgano y confirió nuevos significados a las formas tradicionales a través de la variedad y riqueza de su inventiva. Estos dos hombres, nacidos a unos pocos kilómetros y días de distancia, y de temperamentos completamente opuestos, coronan los logros musicales del Barroco.
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