Teoría Diccionario Oxford De La Música A - K | Page 141

ballet y danza teatral 146
correspondiera al ritmo, la estructura y al número de compases prescritos por el coreógrafo. Las partituras originales comenzaron a volverse comunes tan sólo después de 1820: un notable contribuyente fue Hérold, cuya música para La Fille mal gardée( 1828) continúa siendo la base de las producciones de hoy en día. Halévy, el sucesor de Hérold en la Ópera de París, compuso una partitura para el ballet Manon Lescaut( 1830) de Jean Aumer, que fue quizá el primero que utilizó un Leitmotiv para identificar a los personajes; se sabe que Meyerbeer lo admiraba por este motivo.
2. Ballet clásico y romántico: 1830-1900 Los términos“ romántico” y“ clásico” en ballet se aplican en orden cronológico inverso a su uso musical, pues el ballet romántico precede al clásico. Durante el siglo XIX, el ballet adquirió la mayoría de sus características más conocidas, tales como la danza con zapatos de puntas, el tutú transparente de varias capas y el uso de pasos para crear la ilusión de gracia ingrávida y sin esfuerzo; todo esto enfatizaba a la bailarina como figura central, más que a su compañero varón. El ballet se convirtió en un arte de ilusión que requería que los compositores ofrecieran música comparable en sus niveles de ligereza y elegancia. El ballet romántico de París estuvo dominado por bailarinas como Marie Taglioni( 1804-1884) y Carlotta Grisi( 1819-1899), quienes crearon respectivamente los personajes centrales de dos de los más importantes ballets románticos, La Sylphide( 1832) y Giselle( 1841). Giselle se distingue por ser el único ballet romántico que ha estado continuamente en el repertorio. Su compositor fue Adolphe Adam, quien extendió el uso del Leitmotiv para reforzar el efecto dramático y emocional. Sin embargo, desde la primera representación, un pas de deux de Friedrich Burgmüller fue intercalado y otros agregados anónimos se sumaron en las producciones rusas posteriores. También ha sido constantemente reorquestado, en vista de que la orquestación original de Adam se perdió hace mucho tiempo.
En 1845 Perrot creó un pas de quatre histórico en Her Majesty’ s Theatre de Londres, en el cual presentó a cuatro bailarinas principales de la época: Taglioni, Grisi, Fanny Cerrito( 1817-1909) y Lucile Grahn( 1819- 1907). Grahn representaba la escuela danesa de ballet romántico establecida por August Bournonville( 1805- 1879), quien dirigió el ballet de la corte danesa( hoy día el Royal Danish Ballet) por casi medio siglo. Creó más de 50 ballets incluyendo su propia versión de La Sylphide de Grahn en 1836, basada en la de Taglioni pero con música nueva de Herman Lövenskjold. Esta versión es la que ha sobrevivido casi intacta hasta nuestros días.
El ballet se mantuvo asociado a la ópera durante todo el siglo XIX. La ópera Silvana( 1810) de Weber se centra en un espíritu del bosque prácticamente mudo que danza; Glinka incorporó danzas en la narrativa de sus óperas Ivan Susanin y Ruslan y Lyudmila. De la misma forma, Rossini incluyó dos escenas bailadas en Guillermo Tell( 1829). Taglioni bailó en el estreno y también en la obra Robert le diable( 1831) de Meyerbeer, en la cual el ballet nuevamente cumple una función narrativa y no meramente decorativa.
Si bien ninguno de los grandes compositores del siglo XIX mostró ningún interés por escribir música específica para ballet, pronto se convirtió en un requisito en todas las producciones operísticas de París, sin importar su contexto dramático. Por ello Verdi agregó secuencias de ballet a varias de sus óperas, incluyendo I Lombardi, Il trovatore, Macbeth, Don Carlos y Otello, aunque se resistió a incorporar un ballet en el Rigoletto para su público parisino.
Wagner agregó un ballet a su producción parisina de Tannhäuser( 1861) aunque lo colocó al principio de la ópera, lo cual provocó un pequeño alboroto en la primera representación. Algunos compositores franceses, entre ellos Berlioz, Gounod y Massenet, escribieron opéras-ballets; otros escribieron óperas y ballets, entre ellos Adam, Auber y Delibes, alumno de Adam, cuya música para Coppélia( 1879) y Sylvia( 1876) comenzó a mejorar la calidad de la música para ballet en una época en que el ballet mismo comenzaba a decaer en Europa. Durante la primera mitad del siglo XIX, muchas de las luminarias del ballet, incluyendo a Taglioni, Grisi y Grahn, habían llevado sus producciones a San Petersburgo y Moscú, con lo cual inspiraron lo que pronto se convertiría en el dominio ruso del ballet. Para fines de siglo, Rusia se había vuelto líder más que imitadora, debido casi exclusivamente al trabajo del coreógrafo Marius Petipa( 1818-1910).
Petipa creó 46 ballets originales gracias a los cuales cristalizó el estilo del ballet clásico. Entre sus coreografías más perdurables están las de dos partituras de Chaikovski: El lago de los cisnes y La bella durmiente. Su coreografía de El lago de los cisnes de 1895 fue puesta en escena después de la muerte de Chaikovski y casi 20 años después de la producción original en Moscú. Sin embargo, La bella durmiente( 1890) fue una verdadera colaboración entre el compositor y el coreógrafo, donde Petipa proporcionó una detallada secuencia de danzas