Con estos cambios la implementación de la ideología neoliberal en nuestro país sufre un contrapié, ya que nuevamente se prioriza el desarrollo sostenible frente al crecimiento económico, y se le suman la búsqueda de la igualdad, la equidad, y el cumplimiento de los Derechos Humanos, lo que crea una brecha entre los intereses privados y las prioridades públicas. Dejando al déficit fiscal, como una de las dos únicas herramientas que le quedan al neoliberalismo para evitar la disminución de su influencia en el Estado costarricense..
La segunda herramienta se presenta como la incorporación de Costa Rica a la OCED, mediante la cual se obliga al país a cumplir una serie de requisitos, que a modo de Programa de Ajuste Estructural, plantea una reorganización del sistema educativo costarricense, mediante la cual sugiere la mejora de la calidad y los resultados de aprendizaje, enfocar los recursos en los grupos sociales más desprotegidos, aumentando la cobertura en secundaria, y desarrollar un modelo de financiamiento y educación superior con mayor gobernabilidad (OCDE, 2017).
Pero a pesar de que las reformas sugeridas parecieran orientarse a la mejora del sistema y la atención de las clases más necesitadas, un análisis más detallado de la propuesta nos deja ver que pareciera tratarse de un documento de orientación estratégica, en el cual se que
las nuevas tecnologías de la comunicación e información, como al comportamiento de los nuevos mercados.
Pero como actualmente Costa Rica no posee una visión de proyecto país a largo plazo, la cual contemple cómo debería de ser nuestro sistema educativo para el año 2030 (Meléndez Rojas, 2017) pareciera que la primera opción es la que cuenta con mayor probabilidad de ser implementada, esto a menos que el Estado costarricense, desarrolle una nueva política de largo alcance, que plantee la creación de un híbrido entre las dos últimas políticas educativas y proyecte las adaptaciones necesarias, para responder a los posibles retos del futuro.
marca el camino a seguir para realizar una reforma presupuestaria, política y operativa de todo el sistema, para centralizar el poder de decisión en políticos de turno, con el fin de desarticular la estructura existente, y abrirla a una privatización inminente de la educación superior, y con esto dejar en manos privadas la formación del capital humano, que según los nuevos enfoques, será el capital más valioso del futuro.
Dicho lo anterior, el futuro de la educación costarricense dependerá de la ideología política que se imponga. Si Costa Rica continúa por el camino del neoliberalismo, y pasa a ser parte de la OCED, todo el sistema educativo será reformado con el fin de priorizar el crecimiento sobre el desarrollo, el mercado sobre el Estado, crear personas sin identidad nacional para reforzar el mercado global, y se formarán perfiles técnicos y profesionales estandarizados que respondan únicamente a los intereses de la demanda tecnológica y financiera global.
En el caso contrario, si la visión triunfante es la que prioriza el desarrollo sobre el crecimiento económico, se procurará la formación de personas integrales, con perfiles técnicos y profesionales con un fin social y solidario, con los cuales la sociedad costarricense podrá gozar de una mejor calidad de vida, pero enfrentará constantemente arremetidas de procesos económicos globales, por lo que se verá obligada a evolucionar sin perder su esencia, y a adaptarse tanto a
La educación del futuro es una construcción social determinada por las decisiones que como país tomemos.
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