Tendencias Educativas 1 | Page 5

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Para quienes han estudiado la historia de nuestro país, es fácil relacionar las características antes mencionadas con las consecuencias sociales de la aplicación de ideologías liberales, o neoliberales, como se les llamó a partir de la década de los ochenta. Lo que nos puede llevar a dicha década y ver la realidad actual como la continuación de un proyecto neoliberal inconcluso que se originó en el contexto de los Planes de Ajuste Estructural, impulsados en nuestro país por agencias internacionales, en el contexto del repunte de la globalización, y la construcción de mercados internacionales.

Pero qué tiene que ver todo esto con la educación del futuro, nos podemos preguntar, y la respuesta sería ¡todo!, ya que esta cumple una función social, y prepara a los ciudadanos jóvenes y habitantes para desarrollar los conocimientos y competencias necesarias en un contexto espacial y temporal bien definido.

El inicio de la adaptación política educativa al cambio experimentado por el país, se pueden rastrear hasta 1994, año en el que según (Estado de la Nación, 2010) el mundo se enfrentaba a un cambio paradigmático que se evidenciaba en tres dimensiones: la económica, la ecológica y la científico-

tecnológica. Año en el que también se dio la construcción de una propuesta marco de referencia para una política educativa nacional, en la que entre muchos apartados resaltaba la idea de replantear y actualizar la política educativa.

Según (Estado de la Nación, 2010) en dicha política, la educación se concibe como el instrumento fundamental para insertar al país ante un cambio de paradigma en la visión de mundo de frente al siglo XXI, y exalta el papel de la investigación como fuente primordial para sustentar la continuidad e innovación educativa tanto en el aula como en las decisiones administrativas.

Los creadores de esta política comprendieron las consecuencias de los procesos asociados a la globalización y la importancia que en esta nueva era cobraba la educación, por lo que apuntaron a crear un estudiante con las características necesarias para responder a los nuevos retos de una sociedad global. Para esto incluyeron el término competencias, con el fin de describir las capacidades, aptitudes y cualidades necesarias para aprovechar las oportunidades que en ese momento nos ofrecían la globalización.

Plantearon la necesidad de

formar estudiantes con una mentalidad abierta al cambio, y a la adaptación a este, amigos de la tecnología y con las capacidades necesarias para utilizarla, entendiéndola tanto como equipos y programas. Esta se interconectó y logró desarrollar una estructura globalizada que funciona en red, y permite que los individuos competentes, desarrollen estructuras lógicas que les facilitan en ingreso y control de este nuevo mundo digital.

Dicho planteamiento pareciera no haber sido un error, ya que según (Romero, 2002) los avances tecnológicos de las últimas décadas han producido una verdadera revolución en campos como la producción, la prestación de servicios, la educación, las comunicaciones y las relaciones interpersonales, así como en la forma en que se organizan y dirigen los procesos.

Posterior a esta, vino la política educativa llamada, la persona: centro del proceso educativo y sujeto transformador de la sociedad, en la que el Estado continuó con la visión globalizada, la formación de ciudadanos planetarios, y la ciudadanía digital, pero incluyendo el desarrollo sostenible, la equidad y la igualdad, y los Derechos Humanos.