Desde 1937 galopa arreando éxitos imperecederos y de los otros:
impactos radiales como Ronda de Ases adelantan ese estilo nuevo,
danzarín, ratificado en extenuantes bailes populares. A tal extremo llega
el delirio que su sello grabador, hostigado por el repentino fervor
denuncia que, "usufructuando la exorbitante demanda, algunos
comerciantes -no demasiado escrupulosos- venden sus discos a mucho
más de su verdadero valor".
Como yo lo siento
Desde entonces su ritmo no ha variado. Conspicuas figuras del tango
pasaron por su orquesta sin poder sustraerse a la obcecada personalidad
de J.D. Los pianistas Juan Polito, Luis Visca, Rodolfo Biagi, Fulvio
Salamanca, Carlos Di Sarli; Ciríaco Ortiz, Héctor Varela, Aníbal Troilo, en
bandoneón, tuvieron, alguna vez, que sujetarse a su implacable empeño
en mantener intacto el estilo que lo había consagrado. Algo que también
debieron hacer los cantores. "De acuerdo con su modalidad, recio o
melódico, tienen que adaptarse al estilo de la orquesta -tiraniza-. La
gente dice, a veces, que tal cantor imita a Alberto Echagüe y no es
cierto. No se imitan unos a otros; es la forma en que los hago cantar yo
y el repertorio que tengo. Responden a la personalidad de la orquesta, se
identifican con ella y parece que cantaran imitándose. Pero no es así."
El perdurable éxito lo fue alejando de todo intento por renovar los
arreglos de sus tangos. Las acusaciones de anquilosamiento lo