Tamadaba Tamadaba 2017, Nº XX | Page 20

 Este artículo está basado en una experiencia de casi 10 años en las aulas de varios municipios de Fuerteventura. A lo largo de mi carrera como docente, he pasado por centros de La Oliva, Puerto del Rosario, Antigua, Tuineje y Pájara. Como se puede apreciar, engloba casi toda la isla majorera.

El alumnado de los diferentes centros es bastante diverso. Sus características varían según pertenezcan a centros del norte o del sur, de costa, o de interior. A pesar de esta apreciación, hay una característica que comparten, en mayor o menor medida. En todas las aulas de los centros por los que he ido contribuyendo con mi experiencia, hay alumnado extranjero, alumnado procedente de diversas partes del mundo (tanto nacidos en el extranjero, como residentes e inscritos en las islas, pero de procedencia extranjera).

Toda esta situación se refleja en la dinámica de aula. Asimismo, la realidad de las clases de Fuerteventura es de continuas idas y venidas de discentes, a lo largo del curso escolar. Es por ello, que la “lucha” por procurar el éxito educativo de todo el alumnado, se da durante los tres trimestres escolares.

El ambiente y las costumbres foráneas se están arraigando cada vez más en la isla, perdiéndose nuestra identidad, ya no solo española, sino también canaria.

Mi labor, como docente, la complemento, enseñando un trocito de nuestro folclore popular, por todas y cada una de las aulas por las que voy pasando, curso tras curso. Se están perdiendo nuestras raíces en la tolerancia por la multiculturalidad. La presencia de diversidad en las aulas enriquece el ambiente y al alumnado, pero se está “sacrificando” lo nuestro. Se está olvidando el completar, la educación, con contenidos canarios; estamos dejando, la cultura canaria1, en segundo lugar. Ello no quiere decir que no haya profesorado que lo haga. Por supuesto que habrá profesorado que, al igual que yo, desea que nuestro legado no se pierda, pero el ambiente extranjero que se respira en la isla, hace que la Comunidad Educativa se contagie de esas tradiciones foráneas y comerciales. Hay que lograr compaginar la multicultura, sin olvidar nuestras tradiciones.

El objetivo que persigo con este artículo es concienciar de la necesidad de inculcar, al alumnado, nuestra historia canaria, nuestras tradiciones, que sean conocedores de ellas, procurando que no caigan en el olvido y, por consiguiente, que se pierdan. Animo, no sólo al personal docente, sino también a todos aquellos padres, madres, abuelos, tíos, etc. a que contagien, a nuestros pequeños, del gusto y disfrute por nuestras costumbres de antaño: bailes, canciones, juegos de corro, de soga, juguetes tradicionales, etc. Por tanto, no cabe mayor explicación, si les insisto en que, mi enseñanza, la procuro ampliar, siempre, con folclore popular. Reúno al alumnado y, en el momento de Asamblea, les explico que, cuando éramos como ellos, cuando teníamos su edad, no teníamos juguetes como los que tienen ahora, o que jugábamos en la calle y el campo, que una caja de cartón se podía convertir en un camión o en una caja sorpresa. Que jugábamos con nuestro cuerpo y con canciones. ¡Vaya cara de asombro se les queda cuando se enteran de que no teníamos tablets o videoconsolas! Ahí es donde empieza mi repertorio. Comienzo enseñándoles las canciones y, más adelante, les argumento que, esas mismas canciones, son juegos.

18 | 2017 | nº XX | Tamadaba

Autoría: Eliana Montesdeoca Matías

CEIP Cristóbal Garcia Blairzy.

5.3 EL PATIO DE MI COLE ES PARTICULAR

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