Cuando me enteré que tendría una alumna ciega de cuatro años, más concretamente con amaurosis congénita de Leber, que es una enfermedad de la retina, mi primera reacción fue de temor, de inseguridad y sobre todo de tremenda responsabilidad ante el gran reto que tenía que afrontar. ¿Sería capaz de enseñarle con la calidad que ella se merecía? Lo primero que tengo que decir es que tener miedo es normal, no te preocupes por ello, lo importante es darle la vuelta al miedo, ilusionarte con la situación y sacar lo mejor de ella.
Normalizar es básico y para eso, los niños de infantil son los mejores. Al principio me costaba expresarme con normalidad, intentaba no nombrar determinadas palabras o hacer referencia a su ceguera y sin darme cuenta, la trataba diferente al resto de alumnado. Por suerte, me di cuenta rápidamente de mi error y mi pequeña maestra me lo puso muy fácil. Me encontré a una niña llena de ganas de aprender, con un enorme potencial y con una actitud ante cualquier reto que hizo que todos mis prejuicios se fueran por el mismo sitio por donde habían llegado.
Lo primero que debe hacer la niña o el niño con discapacidad visual es reconocer el espacio, adaptarse a él. En este caso, Valentina tiene pequeños restos visuales, los cuales le ayudan muchísimo tanto en éste sentido como en cualquier aspecto de su aprendizaje y por lo tanto debemos sacarles el máximo partido, pues serán cosas que aprenderá y recordará si algún día llegase a perder la visión del todo o en mayor proporción que ahora. Otro punto importante es su ubicación en el aula. Debemos tener en cuenta no sentarle en sitios con mucha luminosidad o que estén en contacto directo con la luz del sol, ya que este hecho les restará atención. En nuestro caso, nos vino genial nuestra primera mesa circular más cercana a la puerta y que precisamente es de color amarillo, un color que junto con el rojo, le resulta más fácil de distinguir. Luego para reconocer su silla y su bandeja para colocar sus fichas, utilizamos un círculo de fieltro de pegar.
Debemos dirigirnos al discente situándonos cerca, explicándole las cosas de forma muy clara y siempre con ejemplos que puedan experimentar y de la forma más simple según su edad.
La ayuda que presta la ONCE a este alumnado es amplia. Además de aportar material específico y adaptar todo el contenido didáctico que la persona necesite, contaremos con la ayuda en el aula de una maestra de apoyo itinerante que acudirá al centro un determinado número de días a la semana y que nos dará todas las pautas necesarias y con quien deberá coordinarse todo el Equipo Educativo. En mi caso, tuve la inmensa suerte de contar con una enorme profesional que me ha enseñado mucho y con la que he estado muy cómoda desde el principio. Puede parecer una tontería (al fin y al cabo, si eres profesional sabrás sacar adelante cualquier obstáculo) pero trabajar con alguien con quien tienes buena energía se traduce en un resultado final excelente y esa es la percepción con la que me quedo a casi dos meses para terminar el curso. Nuestra niña ha evolucionado enormemente y nuestra experiencia ha sido tremendamente positiva.
Algunos aspectos que considero fundamentales a trabajar en infantil serían:
➢ Motricidad fina: es básico adquirir fuerza y destreza en los dedos, para el posterior manejo de la máquina Perkins, que es la máquina que se utiliza para escribir en braille, un sistema de lectura y escritura táctil pensado para personas invidentes y trabajar la percepción táctil con diferentes materiales, texturas, etc. El tacto será una de sus herramientas básicas para conocer el mundo, además de para aprender braille.
- Juego simbólico: al no tener visión, tienen dificultades en el desarrollo del juego imitativo, aspecto tan importante en infantil. Por ello, debemos ser conscientes e intentar subsanarlo ofreciéndoles experiencias con sus iguales.
16 | 2017 | nº XX | Tamadaba
Autoría: Arminda Nuez Armas
CEIP Aguadulce.
5.2 COMENZANDO A “VER” CON OTROS OJOS: EDUCACIÓN INFANTIL Y DISCAPACIDAD VISUAL.
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