2017 | nº XX | Tamadaba | 9
Ahora solo era cuestión de esperar unas dos semanas hasta que la oruga dentro de la crisálida se convirtiese en mariposa.
Cada mañana llegábamos a clase con la ilusión de ver las mariposas por la clase y nuestra impaciencia iba en aumento hasta que un lunes por la mañana al entrar en clase notamos que algo pasaba.
Vimos nuestra primera mariposa Monarca dentro del aula. La cara de nuestro alumnado reflejaba todo: asombro, alegría, algo único, cientos de sentimientos.
A partir de ahí fue cuestión de avisar a los compañeros del centro para que se acercasen a ver con sus ojos lo que teníamos en clase.
Cuando venían las demás clases, les poníamos el PowerPoint que había realizado el alumnado y explicaban todo el proceso.
Tema central