podemos hacer?”. En esos momentos, los padres necesitan apoyo
de su núcleo más próximo, la dinámica familiar requiere de amor,
paciencia, fortaleza interna y comunicación.
Testimonio
Hace ya unos meses escribí esta carta, pensé y pensé como podía decir
todo lo que dentro de mi corazón sentía y aún está sintiendo, y ahora
quiero decirles…
Que el día que nació Benjamín y nos dieron la noticia de que nuestro
bebé tenía Síndrome de Down fue un golpe duro... Fue, al principio, llorar
la muerte de un hijo que no era y nunca fue pero que habíamos soñado,
y verlo y enamorarnos de él, del bebé que ahora está con nosotros y
que está acá en nuestros brazos dulcemente dormido. Lloré mucho, me
pregunté ¿Por qué a mí?, ¿Por qué a nosotros?, ¿Qué hice mal?, y sé que
durante los años por venir existirán más sentimientos y otros momentos
difíciles. Pero yo creo en él; en que hará lo que quiera hacer, así de fácil.
Igual nos tomará poco o mucho tiempo, pero estoy dispuesta a dar todo
de mí, a estar a su lado, a compartir todos sus triunfos, sus angustias,
sus temores y a enseñarle que la vida es hermosa y que a su lado seré
la mejor mamá, porque tengo al mejor hijo, al que Dios me envió para
aprender y saber que todo se puede hacer y que esto no es una limitación;
al contrario, es un gran aprendizaje y sé que nos llevará tiempo y estoy
dispuesta a dar, junto a él, esa y muchas guerras. Trataré de no limitarlo
ni verlo diferente: él es él y nada más, es diferente a los demás niños; pero,
también ,no hay niño que se parezca a otro ni ninguno que llegue exento
de alguna problemática. Él tiene “síndrome de Down”, bueno, también
podría tener los pies chuecos, qué se yo... lo único que deseo es amarlo
y dedicarme a él en la tarea de ayudarlo a desarrollarse. Sin duda que
aprenderé muchas cosas de él. Aprenderé sobre paciencia y disciplina;
aprenderé a sortear, enfrentar y trabajar por parte de la sociedad que
aún ve mal a los niños o personas con alguna discapacidad. Aprenderé
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