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(Vea la Parte II y la Introducción.)
La comunicación no puede ser abordada sin hablar también de la cultura, porque como se habló
en la Sección 3 de la Parte III, ésta afecta la forma en que nos vemos los unos a los otros y cómo
interpretamos los mensajes que enviamos. Como resultado de esta interacción, las conversaciones
entre personas de diferentes orígenes culturales pueden tomar direcciones inesperadas y generar
malentendidos fácilmente.
Las personas que están familiarizadas con dos culturas desempeñan un papel vital. Pueden
actuar como intermediarios, traduciendo y explicando no sólo lo que se dice, sino las maneras en
que la gente se comunica. Por ejemplo, algunas culturas avanzan rápidamente al punto central,
mientras que otras esperan hasta que se haya creado o establecido una relación. Los mediadores
culturales pueden facilitar el ritmo de una conversación, y moderar lo que se considera apropiado
decir en una cultura, pero que podría ser ofensivo para otra. Los mediadores culturales talentosos
también pueden ayudar a identificar y definir problemas, de manera que ambas partes entiendan e
identifiquen soluciones y formas de seguir adelante.
Si necesita la ayuda de una traductora o intérprete para sus reuniones con una sobreviviente, ella
debe respetar ciertas reglas de conducta profesional. La persona debe presentarse y dar información
sobre su papel antes de que usted empiece. Debe entender que todo lo dicho en esas reuniones es
confidencial. Debe traducir sólo lo que se dice y todo lo dicho, es decir, no debe tratar de explicar
e interpretar. Si usted (o la sobreviviente) no entienden, pida aclaraciones y ella debe traducir la
aclaración. La traductora deberá de hablar en “primera persona” y no asumir un papel de apoyo.
Las frases y expresiones culturalmente significativas fueron introducidas en el DSM-IV en un intento
de hacer las técnicas de diagnóstico apropiadas, relevantes y representativas en términos culturales.
Si bien esto marcó un primer paso hacia la exploración de valores en criterios de diagnóstico,
esto no reemplaza una exploración minuciosa y profesional de la condición del paciente durante el
proceso clínico. La APA (2002) recomienda que se consideren los cinco elementos culturales (Ver
“Aspectos Culturales”, Parte 1, pág. 9). El segundo de ellos se relaciona con el modelo explicativo
de la enfermedad del paciente, y explora los factores culturales de la misma más allá de la raza
y la etnicidad. Sin embargo, independientemente de los otros elementos, es improbable que el
conocimiento de los modelos explicativos influya en la calidad de la consulta, la evaluación o el
manejo de la angustia del paciente.
Empatía y validación
La comunicación con las sobrevivientes de la violencia de género no puede hacerse sin empatía.
Una definición común de la empatía sería la frase: “ponerse en los zapatos de la otra persona”,
imaginar la experiencia del otro y entender y sentir lo que él o ella entiende y siente. La empatía
facilita la comunicación. Al mismo tiempo, es difícil fingir que se es empático, y es probable que
la comunicación fracase si se hacen falsas suposiciones sobre la condición psicológica o los
sentimientos de la sobreviviente. La comunicación entre una ayudante y una sobreviviente requiere,
por tanto, empatía de un tipo sofisticado. Para comunicarse, las ayudantes necesitan ser muy
hábiles para entender la condición psicológica y el estado físico de una sobreviviente.
A veces puede ser demasiado doloroso o embarazoso para una sobreviviente hablar de sus
sentimientos o de lo que piensa, por ejemplo, hablar de su ira u odio. Ella puede sentirse demasiado
avergonzada de hacerlo, o temer al rechazo si estos sentimientos no son culturalmente aceptables.
Para superar este temor, la ayudante puede auxiliarla diciéndole: “Entiendo que usted sienta y piense
de esta manera, es natural, cualquiera se sentiría de ese modo”, etc. Una validación como la que
acabamos de presentar va más allá del mero entendimiento y proporciona una forma más sólida
de apoyo que la empatía por sí sola. Cabe señalar que las palabras de validación sólo legitiman la
expresión de sentimientos y pensamientos, no las posibles (re)acciones que podrían emprenderse
como resultado de ellas.
4. Habilidades de
comunicación