Cambio de paradigma , neurociencias , adolescencia , cultura y sexo / género : diferencias e igualdad
El sistema género es uno de los modelos que niños y niñas reciben y apropian durante el proceso de endoculturación . Aprehenden la cultura matriz , pero también incorporan sus propios ingredientes a partir de los contextos en los que viven , las interacciones entre pares , entre otros grupos culturales y las propias experiencias de vida ( Ballestín , 2009 ).
El proceso de socialización por el cual se incorpora a niñas y niños a la sociedad estipula una idea generalizada respecto de cómo debe ser y comportarse un hombre y una mujer , cómo se organiza el sistema sexo / género al que va ir ingresando en la adolescencia y ejercer en la adultez . Entre las instituciones de socialización de la niñez destaca , en primer lugar , la familia – madre y padre , todos los miembros familiares- ; después los vecinos de interacción en su comunidad , enseguida profesoras y profesores de la vida escolar y , finalmente , la televisión e internet ( Gilberti , 1997 ).
Entonces , en lo que al sistema de género se refiere , la infancia continúa siendo considerada una etapa de la vida en la que se prepara para la inserción en un sistema binario , ya que existe una masculinidad y una feminidad hegemónica . La sociedad presiona para que niños y niñas las asuman como propias de modo que puedan ser contemplados , no sólo por los demás sino también por ellos mismos , como miembros aceptados dentro de los límites fijados por su cultura . Naturalmente la complejidad y la incertidumbre marcarán ese proceso , estableciéndose ajustes y resistencias a los papeles de género durante la adolescencia . Al mismo tiempo , esa identidad social deberá ser constantemente mantenida y negociada en y a través del discurso , y de la interacción con otras y otros .
“ Cuando aceptamos esos cambios necesarios , cuando ofrecemos a los adolescentes y jóvenes el apoyo , el acompañamiento y la orientación que necesitan en vez de limitarnos a echarnos las manos a la cabeza y pensar que nos enfrentamos a un cerebro inmaduro que lo que necesita es crecer o a hormonas desatadas que hay que refrenar , los ayudamos para que desarrollen nuevas capacidades vitales que puedan utilizar para llevar vidas más felices y más saludables ( Siegel , 2016 )”. sexuales en el cerebro y el comportamiento , los humanos y los cerebros humanos se compondrían de “ mosaicos ” de características únicas , algunos más comunes en mujeres que en hombres , algunos más comunes en hombres que en mujeres y algunos comunes tanto en mujeres como en hombres , por lo que los cerebros no podrían clasificarse en dos clases diferentes , femenino y masculino ( Berman , Wexler , & Stein , 2017 ).
Incluso entendiendo el cerebro como un “ mosaico de características femeninas o masculinas ”, nos enfrentamos al problema de si esas características son realmente biológicas o están determinadas por la cultura . Lo biológico y lo social están en realidad combinados en el cerebro y resultan difíciles de discernir , pues los circuitos cerebrales están determinados por la genética y pueden modificarse por la experiencia desde la vida intrauterina . La plasticidad , esa capacidad de nuestro sistema nervioso de introyectar aprendizajes biológicos , emocionales y conductuales y almacenarlos en forma de nuevas conexiones cerebrales , permite a nuestro ambiente físico y social modificar nuestra biología .
Según , Lydia Denworth ( 2017 ): “ La genética , las hormonas y el ambiente , inducen variaciones en el cerebro y , con la información suficiente sobre ciertos rasgos de un cerebro cualquiera , es posible adivinar , con un alto grado de precisión , si pertenece a una mujer o a un varón ”.
La diferencia , en realidad , no se contrapone con la igualdad , entendida como la igualdad de oportunidades en el acceso a los recursos y a la igualdad entre cada uno de los miembros de nuestra sociedad que tienen los mismos derechos y los mismos deberes . La igualdad como el concepto político , que viene a ser principio inspirador de la modernidad , necesariamente implica un respeto a las diferencias . Ser iguales no significa ser idénticos . Por esto , la naturalización de las diferencias , el presentarlas socialmente como un “ dado por descontado ” que se legitima bajo el discurso socialmente recurrente y peligroso de : “ esto es natural , siempre se ha hecho o ha sido así ”, invisibiliza las desigualdades .
Por otra parte , hay investigadores que mantienen que no es posible asignar diferencias significativas entre los cerebros masculino y femenino , y que ambos hay que entenderlos como un agregado de regiones que manifestarían de modo intercambiable aptitudes masculinas o femeninas en el sentido que han sido apuntadas , es decir que , aunque existan diferencias
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Con las generalidades anteriormente expuestas es indispensable trabajar en la adopción de una visión que reconozca la variabilidad y diversidad humana ; en el significado sexo / género como una categoría social , el tradicional erróneo uso de las diferencias sexuales con el fin de justificar un trato diferencia para las mujeres y para los hombres , no pueden ser tratados
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