Solus ipse 1 | Page 13

mando porque Eugenia se encontraba muy grave. Empecé a presentir como se desmoronaban nuestros rascacielos. ¿ Si sabes lo que Ismael escribe en sus diarios de ti?- Pregunta el gordo de Arthur con malicia a Alejandra.-Eres un entrometido- Le grito, siento ganas de que se quede afuera, empiezo a no tolerar sus imprudencias.- ¿ Qué escribe?- Cuestiona ella como si no fuese trascendental.-Cosas muy eróticas- Revela Arthur.- ¡ Cállate ya o te quedas aquí fregado ¡- Le grito amenazándolo.- ¡ No! Lo necesitamos- Indica Alejandra.- ¿ Qué demonios sucede?- Le indago, mirándola fijamente. Ella conduce absorta hacia el horizonte, luego gira a la izquierda y toma un atajo peligroso puesto que es un túnel repleto de indigentes.- ¡ Vamos a atropellar desechables! – sugiere Arthur eufórico.- ¡ Sigues con tus maricadas cerdo sin escrúpulos y te bajas en este túnel!- le increpo como una advertencia. Alejandra sigue llorando y tristemente suplica – Por favor déjense de jodas.- Por fin Arthur se resigna y sólo mira videos de música en la pantalla del DVD. Empiezo a sentirme muy distraído, no sé dónde estamos, ni lo que sucede, siento mucha ansiedad contagiándome del temor de Alejandra.
Extraña e inesperada llega la visita de Bertha Isabel invitándome a caminar por el parque. Me visto con la ropa húmeda, respiro profundo y me abandono a sus antojos; platicamos sobre el infierno, ella opina que no existe, que es imposible imaginarse la escena espantosa de una tortura continua sin parar, día tras día y hora tras hora incinerándose( es precisamente lo que siento) sin embargo, a su lado es como un refrigerador, ya no sé si es la brisa o la ropa húmeda, pienso que además de una lavadora, necesito una secadora y cambio la temática y le cuento- he escrito sobre lo que ocurre, he discernido unos códigos, tratando de crear un metalenguaje en una historia que camufla otra historia- Ella no comprende pero me presta atención y en sus ojos descubro cierta curiosidad como si quisiera desenredar este desorden contradictorio en el que estoy imbuido. De repente se nos amanece, acostados en el césped disfrutamos la aurora boreal, ella se marcha comentándome – Raúl anda muy celoso, no sé explicarlo, su posición en la resistencia lo ha tornado insensible, anda matando a diestra y siniestra – Se queda pensativa y resignada, invadida de rencor, como si hubiese cometido un error irreparable y agrega- Me voy, lo mejor es que te marches por un tiempo con Alejandra, ya me despedí de Arthur y Mauricio, algunos
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