Solus ipse 1 | Page 12

Solus Ipse sugiero,   intentando desanimarlo. –   ¡Ah, que perdedores! sin dinero un viernes. –Se queja Arthur, y apresurado enciende la televisión y el video juego “ Guerreros y Guerras.”  Yo  me quedo organizando los diarios y el rebujo que ocasiono en mi baúl mientras él juega. Leo uno al azar, es un diario de hace dos años y dice “(…)compraré una lavadora este mes (…)”  Adelanto las páginas y leo y releo “Me gasté el dinero de la lavadora girando de la ebriedad por la ciudad con chicas (ya no es tan divertido) seguiré lavando a mano.”   Me detengo y contemplo mis manos, es fácil  deducir que nunca he trabajado forzosamente, pienso que estoy malgastando mi vitalidad.  Arthur  interrumpe mi lectura  -¡Ey, llamó  Alejandra,  pronto estará aquí¡ Gritando como es su costumbre.   ¿Por qué no  llamó a mi celular? Pensé,  seguro pretendía sorprenderme y Arthur lo echo a perder,  al igual que Mauricio cuando impidió que alcanzara el nirvana quitándome la pistola  de la sien.   En ese instante aparece Alejandra en la  camioneta que heredó ¡Qué afortunada! Ninguno de nuestros padres logró aquella hazaña, ella estaba ansiosa por un   DVD con plasma y unos   megaparlantes que logró comprar con el poco dinero que rescató de una caja fuerte en su casa antes de ser allanada y todos sus habitantes desaparecidos. Arthur  sube y cierra la puerta, yo entro como si me empujaran, sinceramente no deseaba salir de casa, el día se estaba nublando y la ropa se podía mojar. Alejandra   me saluda con un beso salado por sus lágrimas, habló tartamudeando, me dijo que Mauricio había sido herido y desde el hospital estaban lla- ESTAMOS MUY ZOMBIES Y NO QUEDAN CEREBROS PARA ALIMENTARNOS Siempre he lavado la ropa en la terraza, tal vez porque siento el cielo más cerca, tan azul con sus nubes blancas,  tal vez porque puedo aprovechar el tenue sol. Aunque la ropa queda manchada, nunca aprendí a lavarla, ni a contar historias según  la opinión de  Margot. Eso no me consta, para mí, soy buen narrador.    - !Ismael¡ - Me grita Arthur desde el sótano, bajo las escaleras que son circulares  como una serpiente abrazando las ramas de un árbol. - ¿Qué  demonios son todos estos escritos?- Pregunta Arthur recostado en un diván  descompuesto por el tiempo, mientras lee uno en voz alta –“La ventana abierta deja entrar una lluvia de estrellas, soy un murciélago en el mar de un sótano bajo el sol de otra galaxia, besando la  desnudez de Alejandra…”Arthur suelta las hojas dejándolas caer y me dice – Qué ridiculeces, estás frito de neuronas. Vamos a dar una vuelta en tu  auto.-  Yo me quedo estático, impresionado por su falta de tacto, como si mis palabras escritas no lo sacudieran y respondo –Prefiero caminar-¿Qué? ¿Dónde guardas tantas estupideces? Si quieres chicas necesitas gasolina – -Ya sabes lo difícil que es conseguirla, pero si quieres usar mi auto,   sabes dónde están las llaves y las veinticinco cuadras que tienes que caminar hasta la estación- Le 10