Solus Ipse
sugiero, intentando desanimarlo. – ¡Ah,
que perdedores! sin dinero un viernes. –Se
queja Arthur, y apresurado enciende la televisión y el video juego “ Guerreros y Guerras.” Yo me quedo organizando los diarios y
el rebujo que ocasiono en mi baúl mientras
él juega. Leo uno al azar, es un diario de hace
dos años y dice “(…)compraré una lavadora
este mes (…)” Adelanto las páginas y leo y
releo “Me gasté el dinero de la lavadora girando de la ebriedad por la ciudad con chicas (ya no es tan divertido) seguiré lavando a
mano.” Me detengo y contemplo mis manos,
es fácil deducir que nunca he trabajado forzosamente, pienso que estoy malgastando
mi vitalidad. Arthur interrumpe mi lectura
-¡Ey, llamó Alejandra, pronto estará aquí¡ Gritando como es su costumbre. ¿Por qué
no llamó a mi celular? Pensé, seguro pretendía sorprenderme y Arthur lo echo a perder, al igual que Mauricio cuando impidió
que alcanzara el nirvana quitándome la pistola de la sien.
En ese instante aparece Alejandra en la camioneta que heredó ¡Qué afortunada! Ninguno de nuestros padres logró aquella hazaña, ella estaba ansiosa por un DVD con
plasma y unos megaparlantes que logró
comprar con el poco dinero que rescató de
una caja fuerte en su casa antes de ser allanada y todos sus habitantes desaparecidos. Arthur sube y cierra la puerta, yo entro como
si me empujaran, sinceramente no deseaba
salir de casa, el día se estaba nublando y la
ropa se podía mojar. Alejandra me saluda
con un beso salado por sus lágrimas, habló
tartamudeando, me dijo que Mauricio había
sido herido y desde el hospital estaban lla-
ESTAMOS MUY ZOMBIES Y NO QUEDAN
CEREBROS PARA ALIMENTARNOS
Siempre he lavado la ropa en la terraza, tal
vez porque siento el cielo más cerca, tan
azul con sus nubes blancas, tal vez porque
puedo aprovechar el tenue sol. Aunque la
ropa queda manchada, nunca aprendí a lavarla, ni a contar historias según la opinión
de Margot. Eso no me consta, para mí, soy
buen narrador.
- !Ismael¡ - Me grita Arthur desde el sótano,
bajo las escaleras que son circulares como
una serpiente abrazando las ramas de un
árbol. - ¿Qué demonios son todos estos
escritos?- Pregunta Arthur recostado en un
diván descompuesto por el tiempo, mientras lee uno en voz alta –“La ventana abierta deja entrar una lluvia de estrellas, soy un
murciélago en el mar de un sótano bajo el
sol de otra galaxia, besando la desnudez de
Alejandra…”Arthur suelta las hojas dejándolas caer y me
dice – Qué ridiculeces, estás frito de neuronas. Vamos a dar una vuelta en tu auto.-
Yo me quedo estático, impresionado por su
falta de tacto, como si mis palabras escritas
no lo sacudieran y respondo –Prefiero caminar-¿Qué? ¿Dónde guardas tantas estupideces?
Si quieres chicas necesitas gasolina –
-Ya sabes lo difícil que es conseguirla, pero
si quieres usar mi auto, sabes dónde están las llaves y las veinticinco cuadras que
tienes que caminar hasta la estación- Le
10