Skapa't | Page 8

primera y se oyó el sonido seseante del gas pasando por tuberías en el interior de las paredes. Giró la siguiente y se oyó el estruendo metálico provocado por algún tipo de líquido paseante en otras tuberías. Lo último era un botón, el cual apretó con su dedo enguantado; se oyó un chasquido, igual que cuando la leña arde. El vehículo vibró intensamente, como si un cañón hubiese estallado dentro del morro de este. Los tubos que salían de allí vomitaban vapor como locos, pero a un ritmo claramente marcado, como las pulsaciones de un corazón, todo con la caótica orquesta de sonidos metálicos que se originaban en el alma de la máquina. Empezó a moverse. Bajamos el camino que volvía de aquella extraña prisión, Miré al interior mientras el paisaje se movía. La chica leía y leía sin descanso aquella libreta, me miraba de vez en cuando de reojo si mis ojos la apuntaban; parecía tensa. Definitivamente no confiaba en mí. La visión del oficial acabó cayendo en nosotros; después se volvió a girar de cara al parabrisas y empezó a hablarme con la cabeza girada a un lado. -Oh, perdónala, es su primer día, en la academia las ablandan mucho y no les enseñan… -Se retorció para remarcar con la mirada mi aspecto- El estado de los reclusos… La chica apartó la mirada de la libreta como si el acto de observarla quemase y miró al alzakim. Su mirada rebosaba una ira incandescente, la cual no fue recibida ya que el elfo estaba mirando la ciudad que se encontraba al exterior de la máquina con ruedas. Las calles eran lúgubres en lo que se refiere a los edificios, grises, rocosos y de arq uitectura cuadrada, aunque sobrecargada de arcos catenarios. Las calles eran anchas y poca gente paseaba por ellas, iban a algún sitio. Los pocos que había se apartaban sorprendidos del camino del artefacto, pues todavía no había caminos pensados para esas máquinas. A pesar de la escasez de personas, la ciudad parecía viva; la gente iba vestida elegantemente, con atuendos blancos acompañado de matices dorados. La mayoría de los varones llevaba un alto y blanco gorro de copa; otros, un bombín igual de blanco. Las damas iban con vestidos más variados aunque igual de blancos. Unos tenían una falda gigantesca que las hacían parecer campanas; otros hacían enorme el trasero, mientras que otros eran más sencillos y respetaban más su figura natural. Todos parecían ser alzakim. Aquel tulkim y yo debíamos de ser los únicos que no pertenecíamos a la raza en aquella ciudad...Y Rose, en el caso de que estuviera allí.