Skapa't | Page 6

imagen era abrazada por un muro de ladrillos que rodeaba lo descrito y cuatro altísimas y delgadas chimeneas en la parte trasera que parecían una hidra humeante y furiosa. Devolví mi mirada hacia adelante. Ya estábamos en la entrada del muro, custodiada por dos soldados a cada extremo que, en cuanto el oficial se acercó al portal, se pusieron firmes y extendieron el brazo para después doblarlo delante de sus frentes, justo como si les estuvieran apuntando con un foco en la cara y se quisieran proteger de la luz. Ya había visto ese saludo antes. La entrada, que era una serie de barras retorcidas y de metal acabadas en flecha unidas a una plancha de metal, se mantenía en su sitio gracias a la fiel sujeción de sus bisagras a un inmenso arco catenario de la misma roca del muro, con el símbolo de los altos elfos esculpido en la punta. Tenía una arrogante y orgullosa águila posada encima, también de roca. Los soldados dejaron el saludo y al instante se pusieron delante de las compuertas. El diminuto camino que hicieron fue, por decirlo de alguna manera, exageradamente militar. Caminando con las piernas tiesas y dando pisotazos como caballos mientras los brazos se movían con otro movimiento inarticulado que dibujaba una parábola en su recorrido. Se abrieron las puertas, los soldados volvieron a su puesto y se quedaron quietos, como estatuas de hueso, carne y vísceras mirando al infinito. Entonces vi el exterior del muro, era un paisaje hermoso. El edificio resultó estar en lo alto de un acantilado junto al mar. El suelo estaba poblado de hierba verde como la esmeralda, una manta vegetal que se veía interrumpida por una ciudad costera al pie del acantilado y después continuaba por un llano inmenso sin rastro de civilización hasta llegar al horizonte, donde se alzaban unas enormes montañas. Lleno de curiosidad por el mundo diurno y aparentemente libre que recién me abrazaba, miré a ambos lados. Vi el mar azul, azul como el cielo sin rastro de nubes, azul… Justo antes de que mi visión llegase al horizonte, apareció una gigantesca muralla de color blanco que surgía del agua, estaría a pocos quilómetros de la costa. De pronto recordé que antes de entrar en esta tierra con Rose también pasamos por una muralla igual, ¿será la misma? Sería una pérdida de tiempo construir semejante monstruosidad, a no ser que se estuvieran protegiendo de un monstruo marino y esas criaturas fueron aniquiladas hace siglos. Algo que escuché en el pasado asaltó mi mente sin previo aviso “Imperio Enjaulado”. Oí esas dos palabras varias veces antes de entrar, empecé a sospechar que las murallas tenían mucho que ver. Miré hacia delante y allí nos estaba esperando un vehículo; era negro y parecía una cucaracha gigante. Le salía vapor de vez en cuando por unos tubos colocados en el morro. Había visto pocas máquinas como esas, pero cada