¿LA MUÑECA…?
El sudor empapaba mi rostro, un sudor frío, pegajoso. Mi respiración acelerada y la habitación oscura. Las ramas del árbol frutero rascaban la ventana de la habitación acompasadamente, al ritmo del viento de la tormenta.
Estas pesadillas, malditas pesadillas. La nana de cuna en mi cabeza, la muñeca caminando, la muñeca... Una muñeca de dos coletas, coletas pelirrojas, manchadas de sangre de todas... todas la victimas...
Aún lo recuerdo, como si hubiera sido ayer.
Todo empezó como un día cualquiera. Iba caminando con mi café en mano y pensando en lo que me esperaba.
-Inspector, es necesario evitar a la prensa, es un caso muy delicado.
Solo asentí y travesé la cuerda amarilla del límite para los civiles.
Un instituto, un reconocido centro educativo, donde un asesino en serie solo ataca a estudiantes de esa escuela.
- Sigo pensando que deben de cerrar el centro hasta que el caso se resuelva.- dije con una mueca de ascos al ver el cadáver. Esta vez un chaval de unos... 16 años.
- También pienso lo mismo, pero no lo harán, no pueden.- me dice mi compañero de toda la vida.
Suspiro frustrado
- Ya van cuatro víctimas en dos meses. ¿Acaso no ven que es peligroso seguir con la jornada estudiantil?
- No te quejes conmigo y habla con el director.
- No me escuchará- miro a la víctima- ¿Causa de la muerte?
- Degollado... como todos los anteriores- La forense se veía pálida, muy pálida.- Lo siento necesito salir a tomar el aire.
- ¿Qué coño le pasa?- pregunté mirando hacia la puerta por donde segundos antes había pasado la forense.
- No tiene suficiente sangre fría con estos casos, le pilla muy de cerca. Su hija estudia aquí.
-Comprendo- me agacho al lado del cadáver y observo sus rasgos, un joven de casi dos metros con patillas estilo Elvis Presley.
Esta vez, el asesino ha cometido un error, se jacta con sus crímenes, es orgulloso. Seguro que tiene que estar mirando, será uno de los curiosos.
- ¡Sánchez! Que interroguen a los mirones, a todos.
***
Después de varios días de investigación, por fin tenemos a un sospechoso. Lo observo desde el otro lado del espejo; se ve tranquilo incluso a gusto.
Es un hombre frío, si te lo encuentras en la calle no lo distinguirías entre la muchedumbre. Una persona normal. De gafas redondas, bajo y relleno, es mi turno.
- Hey!- me dice como si me conociera de toda la vida, como si fuéramos amigos.- Buenos días inspector Gómez.
- Señor Puig- lo miro serio y me siento delante de él- ¿cómo sabe mi nombre?
- Me lo dijo ella- señala con sus manos esposadas a una muñeca, la muñeca de coletas pelirrojas- Quiero confesar, pero con una condición- se reclina hacia mí y sonríe- Quiero que esa muñeca- la señala con un movimiento sutil de cabeza- se vaya a un lugar seguro.
Se vuelve a sentar bien en su asiento y me mira por encima de las gafas.
- Solo pido eso, y confesaré.
- Muy bien- concuerdo con él- confiesa.
- Hmmm, sí señor- ríe como si estuviera en una cafetería y se pone cómodo- Los maté, a todos y cada uno de los alumnos, fui yo. Les corté el cuello mientras miraba sus rostros empapados en sudor suplicando por su vida- susurra como si fuera un secreto- pero, yo no quería, no quería hacerlo; fue ella, ella me ordenó que lo hiciera y me prometió riquezas, mujeres- suspira encantado- y me lo dará, un presidiario pone mucho a las mujeres -hace un amago de sonrisa.
“Este tipo es despreciable.” Pienso.
Lo miro con una mueca de asco y me levanto de la silla. Siento cómo mira atentamente cada uno de mis movimientos y agarro a la muñeca.
-Vendrán a por ti, no hagas nada de lo que te puedas arrepentir- digo de cara a la puerta y salgo de la sala de interrogatorios dejándole con la palabra en la boca.
- Hey, procura que le caiga la condena más alta- salgo de comisaría y recuerdo perfectamente que lancé esa maldita muñeca a un río pero... Nunca escuché el chapoteo cuando un objeto toca el agua... Eso me hace pensar que nunca tocó agua.
Hoy en día recibo llamadas de los familiares de las víctimas diciendo que ven una silueta menuda... Como de muñeca en sus ventanas. No estoy seguro, pero no lo descartaría...
Sara Quintal
4º C