¿No sientes esa sensación de mareo?
Aquella mañana habíamos salido pronto. Mis amigos y yo teníamos que hacer
un reportaje sobre la montaña Idolesum. Cuando llegamos, Nacho y yo íbamos
delante; Lorena, Anna, Lucia y Alex no eran tan intrépidos como nosotros. Al
avanzar por un estrecho camino de rocas, nos sorprendió ver un extraño fuego,
una mezcla entre lava e incendio, unas llamas que avanzaban y retrocedían sin
explicación de una manera terrorífica. Empecé a filmar ese extraño suceso. Los
demás estaban atónitos, pero Anna no pudo contener su miedo y salió
corriendo. En un momento la habíamos perdido de vista .Nos pusimos en su
busca. Teníamos la esperanza de que estuviera bien. Fue de Alex la sorpresa
de encontrársela entre unas rocas, llena de sangre, muerta. El miedo nos
invadió, no sabíamos qué hacer, pero tampoco queríamos dejarla allí y la
noche se acercaba. Lucia sugirió llevarla al río más cercano y colocarla cerca
del agua. Así hicimos, Alex y Nacho cargaron con ella y la dejamos allí, muy a
nuestro pesar. Los chicos y yo salimos huyendo, las lágrimas caían de nuestros
ojos y nos impedían ver todo a nuestro alrededor. Fue por eso, quizás, que me
fijé en un curioso árbol, un árbol que destacaba entre los demás, un árbol
enorme y precioso. Había unos diminutos seres alrededor de él, parecía que
nos estuvieran esperando. Empezaron a dar vueltas entorno al árbol. Nosotros,
intuitivamente, también nos pusimos a dar vueltas alrededor de él, y al cabo de
un rato salieron de sus ramas unos columpios gigantes. No sé cómo,
estábamos todos subidos en ellos, dando vueltas y vueltas y vueltas, y de
repente, tuve la sensación de que todo iba mucho más lento, y la vi, vi a Anna,
sentada en un columpio, riéndose. En ese momento, nos dimos cuenta de que
la idea de hacer esa excursión no había sido la más indicada. Queríamos bajar,
pero ya era demasiado tarde.
¿No sientes esa sensación de mareo?
Anna Luengo Raya
4º B