vestida, desnuda o en traje de baño, pero si quieres que te diga algo lo are; sus ojos
aún, a cierta distancia, eran perfectos.
Un rato después se acercó y se tumbó en la cama, sin verme, así que para avisarle de
que estaba ahí la besé en la mejilla a lo cual ella respondió besándome y abrazándome
dulcemente. Estaba dormida o al menos no despierta, así que le susurre al oído:
“Blanca Nieves, solo necesito un beso. ¿Tú necesitarás más?” Ella lentamente abrió los
ojos y me miró con una cara de sorpresa, que rayaba la perfección de la belleza
terrenal, se levantó lentamente y se puso de pie sin dejar de mírame, aún aturdida por
el sueño y preguntó: “¿Qué haces aquí?” a lo que, por supuesto, respondí: “¿Has
cenado?”, a la pregunta me respondió con una sonrisa al percatarse de la mesa y las
sillas escondidas por la oscuridad. Jamás se me olvidará su sonrisa pero la de ese día se
me quedará grabada para siempre en mi mente y cuando esta deje de ser lo que es,
seguirá viva en mi corazón.
Manel Anguita
12 de febrero, 2015
Querido diario, han pasado 7 años desde que no te escribo. Presiento que esta va a ser la
primera página de muchas en esta nueva etapa. La verdad es que he cambiado, no sé si
para mejor o para peor, la cuestión es que soy diferente. Previamente, antes de
emprender un pequeño viaje sobre la descripción de cómo he vivido este carnaval 2015,
quiero retratarme ya que 7 años son los suficientes para que una