puerta de su casa, en lo único que pude pensar fue en la clásica imagen del beso de
despedida en la puerta, como señal de que volveríamos a vernos, para saber qué
pensaría en mí cada minuto de cada hora hasta que volviese a verme o a oír mi voz.
Nos acercamos a su puerta demorando cada paso intentando que aquel día jamás
acabase, ¿por qué? No lo sé, simplemente lo hicimos. Al final, estábamos ya delante de
su puerta de caoba pintada de blanco y bien cuidada, solos ella, yo y la puerta; me
soltó la mano, que extrañamente no sabía cuándo me la había cogido y al darme
cuenta de aquello mi corazón dejo de latir, me miró a los ojos y me dijo, simple y
llanamente: “Adiós” pero no se movió, me miraba a los ojos. ¿¡Qué más quería!? ¡¿ un
jodido cartel de neón!? Me lo estaba gritando, “bésame idiota” me decían sus ojos
coquetos y divertidos por la situación, así que simplemente la besé.
20 de febrero- “somewhere in the between”
“El amor es como una pera: duce por dentro, pero ¿y por fuera? ¿Cómo se describe su
forma?”
-“El gran bardo” Jaskier.
La echaba de menos, era en lo único que pensaba, el ágil y entrenado pájaro de mi
mente revoloteaba sobre ella, se había llevado algo más que besos y caricias, se llevó
un pedacito de mí, mi voz. Todo parecía vano y vulgar sin ella, pero ese día no
podríamos vernos, “Me iré al campo con mi familia” me dijo ella, y yo contesté “Muy
bien, diviértete”. La verdad es que no me gustaban las distancias, ni los tiempos
muertos, pero ella tenía una vida y yo otra así que no me quedaba otra.
Aquella mañana bajamos a desayu