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UNA CAÍDA MORTAL

Esta historia me la contó un viejo vagabundo, que me sorprendió cuando estaba cargando mi mula con sacos de trigo. La breve leyenda que narró me dejó atónito. Aquí os la dejo:

Hace cincuenta años, unos jóvenes pueblerinos que rondaban la veintena decidieron emprender un viaje por los alrededores de Soria. Su intención era llegar arriba de una escarpada y peligrosa colina, desde donde se podía disfrutar de unas vistas excelentes de gran parte de la región. Así pues, los cuatro jóvenes se cargaron con comida y agua y partieron hacia el denso bosque.

El viaje transcurrió parsimoniosamente, siguiendo el cauce de un estrecho arroyo y gozando del dulce aroma del romero y el tomillo.

Estaba oscureciendo cuando llegaron al pie de la imponente ascensión pero los pueblerinos, lejos de derrumbarse, empezaron a ascender por sus empinadas laderas, uno detrás de otro.

Después de diez largos y lentos minutos y con los músculos totalmente agarrotados, la mitad del grupo se paró a descansar, pero los dos más fornidos hombres prosiguieron sin descanso.

Y entonces fue cuando, debido a la oscuridad de una noche totalmente cerrada y sin luna, uno de los dos aventureros resbaló y quedó colgando del borde del precipicio, pero la raíz seca de árbol a la que se aferraba con todas las fuerzas tardó poco en romperse.

El segundo, que observó esta terrible escena desde lo alto de la colina, no pudo reaccionar a tiempo. Sudando y temblando se asomó para mirar el suelo y, para su gran sorpresa, en vez de ver a su amigo desparramado contra el suelo, a unos cincuenta metros por debajo, le pareció ver un viejo gato muerto en medio de un charco de sangre.

El joven, pues creía que estaba delirando, se acercó demasiado al borde, haciendo que la roca situada justo debajo de él se desprendiera, y cayó, profiriendo un escalofriante grito de dolor y de terror.

Los dos amigos restantes esperaron y esperaron, pero al ver que al alba no regresaban, avisaron a las autoridades de la ciudad. Estos fueron al lugar donde cayeron los dos chicos pero, en vez de encontrar sus cuerpos inertes y aplastados, hallaron un gato y un perro muertos.

De los dos jóvenes no se volvió a saber nada nunca más.

Marc Gómez

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