-Parece que no. -Dije con una pausa previa, moviendo la mirada desde el pasillo hacia la nada, sin ni siquiera mirarle a él, me acerqué a la única pared de piedra de la celda, la que daba a la ventana minúscula, y ahí me apoyé, para instantes después descender a ras del muro hasta el suelo mismo, sin dejar de estar tenso.
-Exacto...No. Ahora dime ¿Por qué crees que te han encerrado los cabeza-pincho? -dijo con su mirada, falta de cordura, clavándose en mí.
-Violé el toque de queda...Bueno, yo y una compañera. Nos encontraron y nos llevaron a las salas de interrogatorio, al menos a mí, ella parece que intentó negociar algo con ellos.-Paré un momento para engullir lo que estaba diciendo yo mismo.- Entonces fue cuando entró aquel oficial y dio la orden de llevarme. Entonces Rose… Ella empezó a gritar, a gritar en alto élfico; parecía estar muy enfadada ¿Tal vez al dar la orden de encerrarme rompieron algún trato? No lo sé… -No le miré un solo momento a la cara, solo miraba una rata pequeña y peluda que olfateaba y fisgoneaba en la celda de delante.
-Los alzakim cumplen tratos en ocasiones extrañas, perro.-Esa frase se me grabó para toda mi existencia. Le miré por primera vez en la conversación durante unos instantes para después devolver la mirada a la rata-.
-El caso es que me dejaron inconsciente y me desperté aquí… No sé qué harán conmigo, ni dónde está Rose y la única pista que tengo es lo que me dice un vampiro poco cuerdo…-Lo último lo dije a desgana, y en voz baja, casi entre dientes.
-No estás aquí por haberte saltado el toque de queda, si es la máxima sospecha que tienes.-Mi mirada se disparó hacia él, buscando alguna respuesta, como si las miradas intercambiasen información.-Eres un Sahreil, como yo, un Sucio según los altos elfos y el mundo entero.-De pronto, pareció que se olvidó de lo que sea que tanta gracia le hacía, pues sus dispares y deformes dientes acabados en punta estaban ahora cubiertos por los labios. En esos instantes su presencia se cubrió de una oscuridad amarga y espesa.-No estamos en simples calabozos, esto es una cola a la espera de la muerte, un matadero de monstruos en el que viviremos una muerte dolorosa y acorde con nosotros.
-¿Qué quieres decir con acorde con nosotros?
-Sabrán buscar una forma creativa con la que matarnos, jugando con nuestros puntos débiles.
Se me heló la sangre, el silencio se hizo entre las dos celdas una vez más, pero esta vez era como una telaraña. Era frágil, cualquier mísero sonido podía romperlo, hasta la rata pareció notarlo pues levantó el hocico con su palpitante y respingona nariz, como queriendo enterarse de qué ocurría. Yo intentaba procesar la horrible información que me acababan de dar. Permanecía incrédulo, al menos una diminuta parte de mí.
-¿Cómo sabes todo esto? -Pregunté rompiendo el frágil silencio.
- Los vampiros aprendemos a escuchar los rumores de nuestros perseguidores, aunque supongo que toda presa lo hace.-Me quedé callado otra vez, mi incredulidad se vino abajo, ni siquiera presté atención a que ahora el vampiro hablaba con sentido.