advertida en el exterior. Intentaron no elevar el sonido de sus voces para
que mi hermana y yo no escucháramos semejantes insultos. Estábamos
sentados en sillones distintos, colocados cerca de la chimenea en el salón y
vimos a nuestros padres dirigiéndose con aire desesperado hacia la entrada.
Ambos los mirábamos durante un tiempo sincronizado que, cuando acabó,
finalizó en nuestra cara de preocupación.
Al lado de la gran puerta de madera, que era la entrada a nuestro hogar,
había una gigantesca barra de acero sujetada por un enorme tornillo en un
extremo. Mi padre ejercía fuerza sobre esta, la empujaba, mientras que mi
madre le ayudaba estirando con los brazos hacia abajo. Mi hermana y yo
volvimos a compartir miradas, ni ella ni yo éramos capaces de ayudar a
nuestros padres, éramos muy débiles para ello aunque ardíamos en el deseo
de hacer algo. Finalmente se oyó un impacto metálico que nos obligó a los
dos a cortar nuestra imaginaria comunicación telepática y girarnos en la
dirección donde oímos el ruido. Nuestro padre se encontraba junto a esa
enorme viga que ahora cruzaba la puerta y la dejaba atrancada, respiraba
pesadamente, mientras mi madre le daba apoyo moral apoyándole la mano
en el hombro. Ya empezaban a ser demasiado mayores para hacer
semejante esfuerzos.
-...Escondeos donde podáis, esta noche va a ser larga.-Dijo mi madre, casi
asfixiándose al hablar.
-Vamos, Zweir.-Dijo Mayra, levantándose rápido y cogiéndome de la mano
para llevarme a la planta de arriba.
El trayecto se me hizo más largo que la vida de un elfo, parecía que hubiese
miles de escalones, que cada uno de ellos midiera un metro de altura y mis