Racó literari
HISTORIA DE UNA ASESINA
-Claro que no, querida -empezó Ángel. -Nosotros estábamos en la
cocina preparando el desayuno, y desde ahí no alcanzamos a ver ni el
pasillo, ni el recibidor.
- ¿Y cómo se hizo alguien con la llave de la habitación de Anaïs? inquirió Olivia. -Estaba en el bolsillo de mi rebeca y allí seguía hace un
momento, cuando lo acompañé al piso de arriba para arrestar a Anaïs.
-Quienquiera que la cogiese, debió devolverla a su bolsillo. Aunque,
déjame decirte, que me parece muy extraño que no notase que alguien
le metía la mano en el bolsillo.
-Mamá, cuando estabas preparando el desayuno no llevabas la
chaqueta puesta -dijo Julia. -Lo recuerdo porque tenías una pequeña
mancha en la blusa y pensé que debías volver a ponerte la rebeca si
querías tener un aspecto cuidado.
- ¡Tiene razón! -soltó una de las presentes.-Yo también vi la mancha.
Parecía un salpicón de café.
-Sí, es cierto, me quité la rebeca; ahora lo recuerdo. La dejé en el
perchero del vestíbulo.
-Eso quiere decir -empezó el policía, -que cualquiera pudo acceder a la
llave.
- ¡Pero eso es imposible! -exclamó uno de los familiares del rajaculo. Nadie podría haber cogido la llave, subido al piso de arriba, desmontar
la cama de Anaïs y llevársela junto a la chica sin ser visto.
- ¿Cómo podía saber esa persona que la llave estaba en tu rebeca, si
solamente lo sabía la familia? -preguntó Ángel a su mujer.
El policía se quedó mirando a las dos hermanas que, todavía, seguían
sentadas en el salón.