Fragments narratius
¡A LAS ARMAS!
Todos llevaban sus largas espadas preparadas, listos para entrar en batalla. –Acabemos con esto cuanto antes-. Los soldados se lanzaron contra sus oponentes y el ruido estalló en cientos de gritos.
Emily seguía sorprendiéndose de su habilidad con la espada, la ligereza con la que la movía era un auténtico espectáculo, aun siendo la primera vez que sostenía una. -¡A tu derecha, soldado!- gritó Lucas, el matón. Ella se apartó de un salto, evitando así la flecha que le habría atravesado el corazón. Con los nervios a flor de piel, llegó a ver al hombre que había disparado contra ella. -¡Diablos!- aquella cara le era conocida. Sabía que iba a por ella y solo tenía dos opciones: huir o luchar por la victoria; era un todo o nada.
Más rápido de lo que ella pudo asimilar, el hombre corrió hasta Emily y, agarrándola de los hombros... –Emily, despierta, ¡Emily! –oyó una voz tras ella. – ¡Emily el profe te llama!-. -¡Me he dormido!- pensó la chica. Aún con los ojos entreabiertos, intentó contestar al profesor aunque, cuando le miró la cara, reconoció al hombre de la flecha; era su propio profesor de historia. - ¡Me has intentado matar! Pensó en voz alta inconscientemente. El profesor, perplejo, la echó de clase sin saber por qué. La chica aprovechó para ir al baño, pero no se llevó una sorpresa muy agradable al verse en el espejo con una armadura puesta. – ¡Pero qué me pasa hoy!-. Abrió el grifo y se lavó la cara, volvió a mirarse al espejo y volvía a ser la misma chica de antes.
Marina Montilla y Cristina Villalobos
4º C