Fragments narratius
El reencuentro:
"Las vueltas que da la vida y yo siempre en el mismo sitio" fue mi primera impresión al ver a mis antiguos compañeros de colegio. Desde que salieron de la escuela, no nos habíamos vuelto a ver, y ahora, después de veinte años, nos encontrábamos la gran mayoría.
Juan era abogado y tenía su despacho en el centro de la ciudad. Se ganaba bien la vida; decía que tenía clientes muy poderosos y muy ricos, pero no los nombraba. "Es secreto profesional" nos respondía siempre que le preguntábamos.
Blanca seguía siendo la más guapa de todas. Aunque habían pasado los años para todos, para ella no. Su pelo rubio y rizado, sus ojos azules y piel blanca como la leche no habían cambiado lo más mínimo. Reía a carcajadas y cuando no lo hacía, sonreía, dejando ver su dentadura casi perfecta. El diente roto no se lo había arreglado, decía que le daba carácter. ¿Por qué no se lo arreglaron sus padres?
Los demás compañeros pasaban sin pena ni gloria; unos habían engordado, otros ya no tenían pelo, y las chicas, mayoritariamente, iban tan maquilladas que apenas las reconocía.
Blanca se puso a hablar conmigo de cuando éramos estudiantes y me confesó que siempre le había gustado. "¡Y ahora me lo dices!" comenté. Ella se sorprendió al ver mi reacción. Le dije que a mí también me gustaba pero que, como ella siempre estaba con Juan, nunca me atreví a decírselo. "Juan era y es muy pesado" me confirmó. No podía creer lo que estaba oyendo, ¿Juan pesado? ¡Pero si todas las chicas iban detrás de él! La animé a que me contara más y me confesó que su amistad duró hasta hace bien poco, hasta que la mujer de Juan se enteró y fue a verla a su casa. Casa que había comprado Juan, claro está. La mujer de Juan era de una familia adinerada que le puso el bufete al novio de la única hija, con la condición de que nunca se divorciara de ella. Juan aceptó, pero nunca renunció a la vida alegre que había llevado y menos a los favores de Blanca. La esposa de Juan sabía de todas las juergas de su marido y de todas sus amantes. Sabía que se había casado con ella por dinero, pero no iba a consentir que la abandonara. ¿Qué pasó por la mente de esa mujer para casarse con él? Estaría muy enamorada o era muy tonta, me dije.
Le puso un ultimátum a Juan: “O me dejaba o cerraba el despacho, y me dejó" me dijo al final Blanca. Su cara cambió, se puso triste, ¿qué estaría pensando ahora mismo? Blanca continuó diciendo que desde aquel día, Juan no paraba de llamarla y ella se negaba a verlo, se lo prometió a su mujer. ¿Qué obtiene Blanca con todo esto? pensé y obtuve la respuesta al instante. Me enseñó una fotografía, eran sus padres, en una residencia de gran lujo, pagada por la mujer de Juan.
Álvaro Carreño Coronas y Carles Sanàbria Franquesa
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