La leyenda del pirata Cambaral (y 2)
Cambaral cubierto de cadenas a la
fortaleza y lo encadenaron en la
mazmorra en espera de que las tropas
reales lo vinieran a buscar.
El señor de La Atalaya tenía una hija
bella y joven, con un corazón muy noble
que, viendo el lamentable estado del
capturado, se brindó a curarle las
heridas.
Y quiso el destino que la muchacha y el
capitán pirata se enamoraran
perdidamente, hasta tal punto que,
sabiendo el destino que le esperaba al
moro, ambos decidieron fugarse para
vivir su historia de amor.
Meciéndose en las alas de la
inconsciencia y el ardor juvenil, sin
planificar su huída, se escaparon de la
fortaleza y poco a poco escondiéndose
entre los recovecos del camino fueron
bajando por empinadas callejuelas hasta
llegar al muelle; allí buscaron la nave
pirata pero, antes de alcanzarla, el padre
de la doncella, que se había percatado a
tiempo de la fuga, ya les estaba
esperando con sus hombres.
Los amantes, al darse cuenta de que no
tenían escapatoria, se unieron en un
apasionado beso y fue entonces cuando
el padre de la joven, ciego de rabia,
desenvainó su espada y de un certero
tajo segó las cabezas que, unidas,
cayeron al mar, siguiéndoles los cuerpos
que, enlazados en un eterno abrazo, se
fundieron con las frías aguas del
océano…
Y así fue que años después, en el mismo
lugar en que los amantes perdieron la
vida, se construyó un puente al que
llamaron El Puente del Beso en honor a
los jóvenes. En la actualidad y después
de pasar por varias reformas dicho
puente sigue existiendo, así como
también parte de la muralla de la
fortaleza y el barrio aledaño que se
llama El Cambaral.