Sin cadenas que te mancillen Sin cadenas que te mancillen_TEASER | 页面 24

24 José Luis Pérez Gómez clientes. Les indicó que esperaba que este nuevo territorio diese muchas satisfacciones a su majestad Jorge III, y le compensara un poco la traición de sus súbditos en las colonias del norte del continente. Luego cambió a un tono más profesional en el que se notaba más a gusto: —Señores, estoy convencido de que aquí se puede desarrollar la caña de azúcar. Y luego instalar ingenios para refinar el pro- ducto en bruto. Pero el proceso y las instalaciones son costosos y ustedes necesitarán capitales sustanciales. Me ofrezco a financiar sus proyectos. Aquellas palabras iluminaron las caras de los asistentes. El financiero se encontraba satisfecho ante el efecto de sus frases. «Estos tontos no se dan cuenta de que, en el negocio del azú- car, como en casi todos, los que obtenemos el beneficio más valioso somos los financieros y no los fabricantes.» Prosiguió su presentación: —Para desbrozar la tierra, plantar y cortar la caña les ofrezco algo especial: un cargamento de esclavos de la mejor calidad provenientes de Jamaica; que ya conocen lo que es trabajar en condiciones rigurosas. De primera calidad. No son rebeldes problemáticos que sus amos actuales quieren perder de vista. De momento solo les puedo ofrecer dos docenas. No son mu- chos, pero así les pueden vigilar de cerca y evitar que huyan a la selva y se hagan cimarrones como ha sucedido en la isla. Luego vendrán más. Murmullos de aprobación recorrieron la estancia. El visitante pensaba que en ese momento los viajeros le comprarían cual- quier mercancía al precio que él les ofreciese. «Y ahora viene la guinda del pastel.» —No deben acaecer dificultades para su compra. Con toda seguridad ustedes poseen un crédito abierto en los despachos de distinguidos agentes financieros de la City y yo no pondré