atrapa, sus callecitas angostas en la parte más antigua de la ciudad, llena de negocios y pequeños bares le dan un movimiento y un pluralismo turístico que no había visto en ninguna ciudad hasta el momento. La parte moderna también tiene su encanto con sus grandes y modernos edificios, en eso decido entrar en el famoso "El Corte Inglés" para chusmear un poco y porque la mayoría de los negocios ya han cerrado sus puertas a esta hora y yo sigo sin mi sobre.
Luego de varios pisos de escaleras mecánicas logro llegar a la zona donde venden artículos de camping y deportes, me siento como un niño chico en estos lugares porque me gustaría comprarme todo, algo bastante contrario a lo que voy a
en donde lo enseñan y tuvo que aprenderlo, Esta noticia me sorprende bastante ya que es la excusa perfecta para descansar un poco mi mente con tanto inglés y de esa manera ella pueda practicar algo de español. La verdad es que su español es mucho mejor de lo que pensaba así que desde ese momento hablamos una mezcla de español-inglés bastante entendible para los dos y se nos hizo mucho más agradable el viaje, justo cuando ya me estaba saturando de tanto inglés.
El camino sigue y casi sin darnos cuenta arribamos a Pamplona, capital de la Comunidad Foral de Navarra. Es la primera ciudad grande del camino y por eso unos kilómetros antes de llegar ya se nota un movimiento distinto con mayor número de automóviles que circulan por la carretera.
A medida que nos metemos en la ciudad se ve más y más gente. También se puede notar un gran número de turistas que arriban a la ciudad porque tiene un gran encanto histórico en su casco antiguo y tambièn contrasta con modernos edificios. La plaza de toros es un lugar muy visitado turísticamente
pero yo solamente paso por la puerta y sigo mi camino, no me interesa visitarla.
En varios lados me topé con monumentos, mención o alguna distinción para Ernest Hemingway. Buena parte de la fama universal de los Sanfermines se debe a las referencias que, sobre estas fiestas, recogió Hemingway en sus crónicas periodísticas y en su novela "The sun also rises". Era un fanático de éstas celebraciones y por eso ha viajado tantas veces a Pamplona.
Luego de una reconfortante ducha en el albergue me voy a buscar la oficina de correo y a comprar el tan ansiado sobre de dormir. Lamentablemente es sábado y la oficina de correo abre hasta el mediodía, voy a tener que seguir cargando el peso que me sobra por unos cuantos kilómetros más hasta conseguir un pueblo con oficina postal.
Mientras recorro en busca del sobre de dormir me voy perdiendo en esta ciudad que realmente me llama
una especie de catarata en miniatura brindándole un especial paisaje.
Casi sin darnos cuenta entramos en el pueblo de Arre, en un valle rodeado de montes y campos de cultivo.
Realmente quedo encantado con el pueblo, tan bonito y bien cuidado que me produce un poco de envidia. También había mucha gente en sus calles porque conmemoraban una fecha especial del pueblo y los niños desfilaban vistiendo trajes tradicionales del lugar.
Nos marchamos atravesando un verde parque,
Cathal y Kirstin se alejan lentamente como buscando un poco de intimidad y yo me quedo hablando con Michelle. En ese momento me cuenta que ella habla un poco de español pero bastante mal porque trabaja en un colegio aprovecho
Arre