La única alternativa es votar
Por: Luis Eduardo Martínez Hidalgo
En 1999, días después de
juramentarse Hugo
Chávez, varios gobernadores
nos reunimos con
Luis Miquelena, recién
estrenado Ministro del
Interior y uno de los
muchos “Alter Ego” del
nuevo presidente. Preocupados
por darle viabilidad
a nuestros despachos,
conversamos larga y
cordialmente con el viejo
sindicalista. Recuerdo que
el encuentro, desprovisto
de toda formalidad, se
realizó en las oficinas
privadas de Ignacio Arcaya
en Caracas. A la salida, le
pregunté a Miquelena si
alguna vez había soñado
-dados los años en los que
estuvo alejado del activismo
político-, con ser
uno de los ministros y, más
aun, un militar electo Jefe
de Estado. Se ajustó los
lentes y sin titubear me dijo:
-“¡Nunca! Y sepa que lo más
difícil fue convencer a Hugo
de participar en las elecciones,
porque no quería
hacerlo, ¡por nada del
mundo!”.
Tiempo después se pelearon,
y supongo que no se
sentiría muy contento al
saberse responsable del
abandono de la vía abstencionista
del otrora golpista
fracasado.
¿Qué sería de Chávez hoy si
se hubiese mantenido en
sus trece de no votar? Si se
encontrase en el otro
mundo, dudo mucho que
su cadáver reposaría en el
Cuartel de la Montaña, y si
la vida le sonriese, posiblemente
atendería una bodeguita,
aprovechando su
experiencia como administrador
del casino militar de
Maturín, única responsabilidad
gerencial ejercida antes
de manejar los destinos de
Venezuela.
Precisemos lo siguiente:
Chávez se convirtió en presidente
porque decidió
participar en las elecciones
de 1998 y las ganó a punta
de votos.
¿Que si las elecciones eran
transparentes, con igualdad
de condiciones para
cualquier candidato y sin
ninguna marramuncia?
¿Que si el Consejo Nacional
Electoral (CNE) de ese
entonces era un nido de
vestales garantes de la
mayor imparcialidad? No
exactamente. El CNE, de
arriba abajo, era un reducto
nuestro de adecos y copeyanos,
y si bien garantizó por
largo tiempo la alternabilidad
en el poder, no facilitaba
el éxito de terceros.
Era tanto el control ejercido
que unas semanas antes de
las elecciones, convocadas
de manera conjunta para
presidente, gobernadores,
diputados al Congreso y
Asambleas Legislativas, le
exigimos al CNE separar las
elecciones, acción no
prevista, por cierto, en
ninguna Ley. Esta decisión
fue tomada en un cónclave
de líderes de AD y COPEI,
visto el crecimiento acelerado
en las encuestas de la
candidatura de Chávez,
cuyo efecto portaviones,
posiblemente, arrastraría
por el suelo a los candidatos