Sexta Edición | Page 7

La única alternativa es votar Por: Luis Eduardo Martínez Hidalgo En 1999, días después de juramentarse Hugo Chávez, varios gobernadores nos reunimos con Luis Miquelena, recién estrenado Ministro del Interior y uno de los muchos “Alter Ego” del nuevo presidente. Preocupados por darle viabilidad a nuestros despachos, conversamos larga y cordialmente con el viejo sindicalista. Recuerdo que el encuentro, desprovisto de toda formalidad, se realizó en las oficinas privadas de Ignacio Arcaya en Caracas. A la salida, le pregunté a Miquelena si alguna vez había soñado -dados los años en los que estuvo alejado del activismo político-, con ser uno de los ministros y, más aun, un militar electo Jefe de Estado. Se ajustó los lentes y sin titubear me dijo: -“¡Nunca! Y sepa que lo más difícil fue convencer a Hugo de participar en las elecciones, porque no quería hacerlo, ¡por nada del mundo!”. Tiempo después se pelearon, y supongo que no se sentiría muy contento al saberse responsable del abandono de la vía abstencionista del otrora golpista fracasado. ¿Qué sería de Chávez hoy si se hubiese mantenido en sus trece de no votar? Si se encontrase en el otro mundo, dudo mucho que su cadáver reposaría en el Cuartel de la Montaña, y si la vida le sonriese, posiblemente atendería una bodeguita, aprovechando su experiencia como administrador del casino militar de Maturín, única responsabilidad gerencial ejercida antes de manejar los destinos de Venezuela. Precisemos lo siguiente: Chávez se convirtió en presidente porque decidió participar en las elecciones de 1998 y las ganó a punta de votos. ¿Que si las elecciones eran transparentes, con igualdad de condiciones para cualquier candidato y sin ninguna marramuncia? ¿Que si el Consejo Nacional Electoral (CNE) de ese entonces era un nido de vestales garantes de la mayor imparcialidad? No exactamente. El CNE, de arriba abajo, era un reducto nuestro de adecos y copeyanos, y si bien garantizó por largo tiempo la alternabilidad en el poder, no facilitaba el éxito de terceros. Era tanto el control ejercido que unas semanas antes de las elecciones, convocadas de manera conjunta para presidente, gobernadores, diputados al Congreso y Asambleas Legislativas, le exigimos al CNE separar las elecciones, acción no prevista, por cierto, en ninguna Ley. Esta decisión fue tomada en un cónclave de líderes de AD y COPEI, visto el crecimiento acelerado en las encuestas de la candidatura de Chávez, cuyo efecto portaviones, posiblemente, arrastraría por el suelo a los candidatos