SEUDO 4 | Page 10

Hoy era uno de esos días agobiantes, como sólo en Misiones se da, el calor se hacía sentir demasiado, para colmo nada de viento, todo quieto, inerte.

Pensé que era mejor quedarme tumbado debajo de este árbol, cabe un poco de tierra, y me tiré de panza, traté de no moverme tanto pese a mi temperamento inquieto.

Me levanté torpemente y me dirigí al tacho de agua, bebí, no estaba del todo fresca, volví a tumbarme debajo del horquetero.

De pronto percibí un leve ruido, paré mis orejas y quedé quieto, la puerta del fondo de la casa se abrió, y mi cola autónoma y ajena a mi cuerpo comenzó a moverse… pronto reconocí los pasos de Julián y su hijo, quien al verme, vino corriendo hacia mí.

ANASTASIO

AYAS MAHMUD