al predicar como al orar, pero no de corazón, sino como una moda en algunos casos, o como algo que " debe " ser hecho así y no de otro modo( una nueva regla), bajo pena de excomunión o pérdida de la salvación.
Algunos creyentes que son verdaderamente anímicos hallan un deleite especial en ayudar a otros. Al descubrir algún elemento impropio o cuando les hablan de alguna dificultad, inmediatamente adoptan la actitud del creyente veterano, ávido de ayudar con la visión limitada que tienen. Derrochan enseñanzas escriturales y prodigan en abundancia las experiencias de santos. Se inclinan a decir todo lo que saben, es decir, más de lo que saben, llegando con ello al reino de la suposición. Estos creyentes " veteranos " exhiben una tras otra todas las verdades que se han almacenado en sus mentes, sin inquirir en lo más mínimo si aquellos a los que hablan tienen realmente la necesidad de ellas o pueden absorber tanta enseñanza en una sesión. Son como Ezequías, que abrió las puertas de la tesorería y exhibió todos sus tesoros. Algunas veces sin ningún estímulo externo, sino simplemente porque han sido movidos por una emoción interna, derraman enseñanzas espirituales sobre los demás, muchas de las cuales son meramente teorías. Desean, además, desplegar su conocimiento.
Sin embargo, no todas las peculiaridades antes mencionadas existen en cada uno de los hijos de Elohim de carácter anímico. Varía con las diferentes personalidades, es claro. Algunos se quedan quietos, sin decir casi una sílaba. Aun en medio de una necesidad desesperada, cuando tendrían que hablar, mantienen la boca cerrada. No han alcanzado todavía la libertad de la timidez y el temor natural. Pueden estar sentados junto a aquellos creyentes parlanchines y criticar con ellos en el corazón, pero su silencio no les hace menos anímicos.
Debido a que no están enraizados en Elohim y, por tanto, no han aprendido a esconderse en Él, las personas anímicas anhelan ser vistas. Aún son personas inseguras que andan en busca de aprobación constante. Buscan posiciones prominentes en la obra espiritual. Si asisten a reuniones esperan que se les escuche, aunque ellos no escuchen a los demás. Experimentan un gozo indecible cuando se les reconoce, respeta y se les da homenaje.
Los que viven en el reino del alma poseen una voraz ambición. Su deseo es con frecuencia el primer lugar. Se vanaglorian de la obra de Yahweh. Aspiran a ser obreros poderosos, usados en gran manera por Yahweh. ¿ Por qué? Para que puedan obtener un lugar, conseguir algo de gloria. Les encanta la parte de las coronas y los premios, pero ni oír quieren de sacrificios o de reducir el cuerpo a esclavitud. Les gusta compararse a sí mismos con otros. Este contender y pugnar en la oscuridad puede ser muy intenso. Desprecian a los que están detrás de ellos espiritualmente, considerándolos como haraganes; a los que son espiritualmente grandes los rebajan, visualizándolos como casi sus iguales. Su tesón se aplica a ser grandes, a estar a la cabeza. Esperan que su obra prosperará, con miras a que se hable de ellos. Estos deseos, naturalmente, están profundamente escondidos en sus corazones y pueden ser apenas perceptibles a los demás. Aunque estos anhelos pueden estar muy bien escondidos y mezclados con motivos más puros y distintos, la presencia de estos deseos inferiores es un hecho irrefutable.
Los creyentes anímicos están muy satisfechos de sí mismos. Si Yahweh los usa para salvar un alma estallan en júbilo y se consideran espiritualmente un éxito. Se enorgullecen si " triunfan " alguna vez. Un poco de conocimiento, un poco de experiencia, un pequeño éxito fácilmente les hace sentir como si hubieran conseguido mucho. Este rasgo común entre los creyentes anímicos puede ser comparado al vaso pequeño que se llena fácilmente. No observan lo vasto y profundo que es el océano de agua que queda. En tanto que su baldecito esté rebosando ya están satisfechos. No se han perdido en Elohim, pues de otro modo habrían tomado todas estas cosas como nada. Sus ojos están siempre enfocados en su yo insignificante y por ello se sienten muy afectados por una simple y pequeña ganancia o pérdida. Esta capacidad limitada es la razón por la que Elohim no puede usarlos más. Si esta jactancia resulta de ganar sólo diez almas para Yahweh, ¿ qué sucedería si hubieran ganado mil? Y es esta jactancia lo que hace que todos quieran ser " ojo " y no pie, y ni hablar de ser órganos internos que no se ven... sin comprender que sin estos órganos el resto del Cuerpo simplemente moriría por falta de alimentación, respiración, etc. Después de haber experimentado algún éxito en la predicación, hay una idea que permanece en estos creyentes anímicos: ¡ fueron verdaderamente magníficos! Derivan gran gozo del insistir en su superioridad. Ahora bien, algunas veces se sienten lastimados en su corazón si los otros no les estiman según creen merecer. Lamentan la ceguera de los que no reconocen que un profeta puede proceder de Nazaret y que está allí presente. A veces, cuando estos creyentes anímicos piensan que sus mensajes contienen pensamientos que nadie ha descubierto antes, sienten aprensión de que su audiencia no pueda apreciar la maravilla de los mismos. Después de cada éxito van a pasar horas, sino días, felicitándose a sí mismos. Bajo este engaño, no es de extrañar que con frecuencia lleguen a asumir que la iglesia de Elohim pronto debería ver cuán gran evangelista o predicador de avivamientos o escritor hay en ellos. ¡ Qué desazón si la gente no se da cuenta!
Los creyentes anímicos carecen de principios fijos. Sus palabras y hechos no siguen máximas determinadas. Viven en conformidad con su emoción y su mente. Obran según sienten o piensan, algunas veces de modo distinto y aun opuesto a su pauta usual. Este cambio puede verse de modo muy vívido después de la predicación. Cambian según lo que han predicado recientemente. Si, por ejemplo, hablan de paciencia, durante los dos días siguientes se muestran en extremo pacientes. Si exhortan a alabar a Elohim, empiezan a alabar sin cesar. Esto no va a durar, sin embargo. Como obran según lo que sienten, sus propias palabras van a activar sus emociones y así se comportarán de una manera determinada. Pero una vez que ha pasado la emoción, todo ha terminado y vuelven a lo de antes.
Otro punto especial con referencia a los creyentes anímicos es que suelen estar dotados fuera de lo
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