Serie "Cuerpo, Alma y Ruaj" Serie Cuerpo, Alma y Ruaj | Page 33

controla sus labios es prudente", dice Mish- lei/Proverbios 10:19. Porque el resultado será o bien una pérdida del control debida al mucho hablar, la pérdida de la paz a causa de las discusiones, o incluso la pérdida de amor a causa de las críticas, porque de modo secreto e hipócrita enjuician a los demás porque "proyectar" (término psicológico que describe la con- ducta de los que acusan en los demás las propias con- ductas que no ven en sí mismos) es una forma de "sa- carse de encima" el juicio, acusando al vecino de lo que uno mismo hace o es. Los creyentes anímicos se permiten también el "deseo de los ojos". Lo que con frecuencia gobierna sus actitu- des es el punto de vista particular, artístico o estético, que prevalece momentáneamente en el mundo corrien- te. No han asumido todavía la actitud de muerte en cuanto a los conceptos artísticos, científicos, filosóficos o lo que sea humano. En vez de ello se enorgullecen en poseer la visión penetrante del "artista", o el conoci- miento del "científico" o los conceptos del "filósofo". Estos creyentes se consideran muy espirituales, no re- conociendo lo increíblemente anímicos que son en rea- lidad. Una carnalidad así presenta el mayor de los obstáculos para que puedan entrar en un reino total- mente espiritual, porque son gobernados por completo por su emoción. Lo que constituye el mayor riesgo para ellos es que no se dan la menor cuenta de su posición peligrosa y de su total contentamiento propio. Los creyentes anímicos pueden abundar en conocimien- to llamado "espiritual", PERO SE QUEDAN CORTOS EN LA EXPERIENCIA. De ahí que condenan a otros pero no se corrigen a sí mismos. Cuando oyen la enseñanza de di- vidir el alma y el ruaj, su mente natural lo asimila rápidamente y sin dificultad. Pero ¿qué sucede enton- ces? Se ponen a discernir y ordenar los pensamientos y actos anímicos, no de sus vidas, sino de las de los de- más. Su adquisición de conocimiento meramente les ha impulsado a enjuiciar a otros pero no a ayudarse a sí mismos. Son aquellos que aman acusar a los demás de "herejías" ante cualquier discrepancia, pero que aún no han sacado la viga de su propio ojo. Esta propensión a criticar es una práctica común entre los anímicos. Tienen la capacidad del alma de recibir el conocimiento, pero carecen de la capacidad espiritual de ser humildes y ser los primeros en auto-aplicarse TODO, para ver si necesitan un "ajuste" en sí mismos antes de ver a los demás. Sus tratos con los demás po- seen cierta rigidez, y son los que más aman ajustarse a reglas y rituales, que les sirven de contención y les proporcionan seguridad anímica. Al revés de los cre- yentes espirituales, su hombre exterior no ha sido que- brantado y por tanto no es fácil acercarse