Serie "Cuerpo, Alma y Ruaj" Serie Cuerpo, Alma y Ruaj | Page 30

de una obra de la carne demuestra la existencia de la carne. Se pueden dividir estas obras de la carne en cinco gru- pos: 1) pecados que manchan el cuerpo, tales como la inmo- ralidad, la impureza, el libertinaje; 2) comunicaciones sobrenaturales pecaminosas con las fuerzas satánicas, tales como la idolatría, la brujería; 3) temperamento pecaminoso y sus peculiaridades, ta- les como enemistad, contiendas, celos, ira; 4) sectas y bandos religiosos, tales como el egoísmo, las disensiones, partidismos, la envidia; y 5) lascivia, tales como la embriaguez y las orgías. Cada una de éstas es fácilmente observable. Los que las hacen son de la carne. Como después hablaremos también del creyente anímico o almático, ya vamos aprendiendo que lo que diferencia las obras de la carne de las del alma es su ACCIÓN. O sea, las obras de la carne siempre envuelven al cuerpo físico e implican algún tipo de satisfacción para el mismo. Ya las obras anímicas o del alma implican una satisfacción para el alma, se trata de buscar cosas que satisfagan sus senti- dos, y con ello sus emociones, su mente o su voluntad (las funciones almáticas). Ambas tienen algo en común: LAS DOS SON REALIZADAS "EN LA CARNE" (como contra- posición a lo que se realiza "en el ruaj"). A primera vis- ta pueden ser obras bastante parecidas (de hecho, am- bas son pecaminosas), y aunque cada una implica una parte diferente del hombre, las dos deben ser rechaza- das. En estos cinco grupos distinguimos algunos pecados que son "menos pecaminosos" y otros que ensucian más, pe- ro a pesar de que podamos considerarlos más repug- nantes o más refinados, Elohim revela que todos tienen la misma procedencia: la carne. Aquellos que cometen con frecuencia los pecados más envilecedores saben que son de la carne; sin embargo, ¡QUÉ DIFÍCIL ES PARA LOS QUE TRIUNFAN SOBRE ESTOS PECADOS EN LA FUERZA DE SU PROPIA VOLUNTAD, RECONOCER QUE ELLOS CONTINÚAN SIENDO CARNALES! Acostumbran considerarse superiores a los demás y como si no vivie- sen según la carne. No comprenden que por muy civili- zada que pueda resultar la apariencia, la carne sigue siendo carne. "Contiendas, disensiones, partidismos, envidia", tienen una apariencia más limpia que "inmoralidad, impureza, libertinaje, orgías". Aun así, todos son frutos del mismo árbol. porque EL PRIMER PASO EN LA OBRA DEL RUAJ HAKO- DESH ES CONVENCERNOS Y DECLARARNOS CULPABLES DE NUESTROS PECADOS. Así como sin la iluminación del Ruaj haKodesh un pecador nunca verá la maldad de su pecado y no huirá de la ira futura hacia la obediencia de Mashiaj, también un creyente necesita ver su peca- do "por segunda vez", para comprender la profunda na- turaleza de su carne Y EVITAR TRATAR DE "REPARAR- LA". Un creyente debería reprocharse a sí mismo su pe- cado. ¿Cómo podrá jamás ser espiritual si no se da cuenta de todo lo perversa y despreciable que es su carne y no se detesta a sí mismo? ¡Oh, sea como sea que pequemos, seguimos perteneciendo a la carne! Ahora es el momento de postrarnos humildemente ante Elohim, dispuestos a que el Ruaj haKodesh nos redargu- ya de nuevo de nuestros pecados. MUCHOS CREYENTES, IGNORANTES DE LA SALVACIÓN DE ELOHIM, INTENTAN CONQUISTAR A LA CARNE PELEANDO CON ELLA. CREEN QUE LA VICTORIA DEPENDE DE LA FUERZA QUE POSEEN. POR CONSIGUIENTE, CREEN SE- RIAMENTE CON QUE ELOHIM LES CONCEDERÁ UN GRAN PODER ESPIRITUAL PARA QUE PUEDAN DOMINAR A SU CARNE. Normalmente esta batalla se extiende un largo período de tiempo, con más derrotas que victorias, hasta que finalmente se ve que una victoria total sobre la carne es irrealizable. Eso, CUANDO PRESTAN ATEN- CIÓN. Ya que tantos parecen abejas tratando de salir al exterior por una ventana cerrada. Durante este tiempo el creyente sigue por una parte guerreando y por la otra intentando mejorar o discipli- nar su carne. Ora, escudriña las Escrituras, establece muchas reglas ("no hagas, no pruebes, no toques", Qo- lasiyim/Colosenses 2:21-23), en la vana esperanza de dominar y domar a la carne. Inconscientemente cae en la trampa de tratar el mal de la carne como un resulta- do de la falta de reglas, educación y civilidad. Cree que si pudiese darle a su carne alguna preparación es- piritual se libraría de su problema. No ve que semejan- te tratamiento es inútil. A CAUSA DE LA CONFUSIÓN EN QUE SE HALLA EL CRE- YENTE, DESEANDO, EN APARIENCIA, LA DESTRUCCIÓN DE LA CARNE, PERO AL MISMO TIEMPO PROCURANDO MEJORARLA, EL RUAJ HAKODESH DEBE PERMITIRLE QUE LUCHE, QUE SEA DERROTADO Y QUE SUFRA BAJO SUS PROPIAS ACUSACIONES. SÓLO DESPUÉS DE HABER PASADO POR ESTA EXPERIEN- CIA REPETIDAMENTE COMPRENDERÁ EL CREYENTE QUE LA CARNE ES IRREDIMIBLE Y QUE SU MÉTODO ES VANO. ENTONCES BUSCARÁ OTRA CLASE DE SOLUCIÓN. Debemos orar sobre estos tres pasukim hasta que se nos abran los ojos Y NOS VEAMOS A NOSOTROS MISMOS, VOLVER 30