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Cómo comenzar a andar en el ruaj
Romaniyim/Romanos 6 establece el fundamento de la
liberación del pecado para el creyente. Esta liberación
Elohim la proporciona a todo creyente; TODOS PUEDEN
(Y DEBEN) ENTRAR EN ELLA. Además, debe quedar per-
fectamente claro que esta liberación del poder del pe-
cado puede ser experimentada en el mismo momento
que un pecador acepta a Adón Yahshua como Salvador
y nace de nuevo. Ahora no estamos hablando de SER
SALVOS, como mencionamos arriba. ESTAMOS HABLAN-
DO ACERCA DE PONER EN PRÁCTICA ESTA NUEVA LIBER-
TAD QUE HEMOS RECIBIDO. Y esto podemos hacerlo
desde el primer momento en que creímos. No necesi-
tamos esperar a ser creyentes de años y haber sufrido
multitud de derrotas antes que podamos ejercer nues-
tro derecho de dominio sobre el pecado. Sin embargo,
necesitamos aprender a reconocer ciertos elementos
que aparecerán dentro nuestro cuando intentemos ex-
perimentar que hemos sido efectivamente liberados del
pecado, o corremos el riesgo de desilusionarnos y creer
que no hemos sido salvos, algo que sucede con muchos
creyentes.
Hay que poner énfasis en que el ser librado del poder
del pecado significa meramente que "nuestro cuerpo"
ha sido liberado. (Naturalmente, nuestra redención
perfecta, que también incluye la liberación de la pre-
sencia misma de la fuente del pecado, se halla todavía
en el futuro). Pero la vida del alma, sobre la cual nos
apoyamos, no ha sido tratada todavía. PERO POR ENCI-
MA DEL CUERPO DEL PECADO SE HALLA EL ALMA NATU-
RAL, QUE REQUIERE SER TRATADA LO MISMO QUE EL
CUERPO.
El cuerpo puede estar "marchito", pero el alma sigue en
actividad plena. Puede expresarse en muchas maneras
diferentes, pero, de modo invariable, se centra en el
yo. Los creyentes que viven en el alma se inclinan o
bien hacia la voluntad, a la mente o a la emoción. Pue-
den incluso cambiar en sus inclinaciones.
El capítulo 6 de Romanos empieza con una llamada a
recordar, no a anticipar. Dirige nuestra atención al PA-
SADO, a lo que YA ES NUESTRO.
Y sabemos que nuestro viejo hombre quedó
ejecutado en el madero con él, para que se
destruya el cuerpo pecador, para que ya no
seamos esclavos del pecado. Romaniyim 6:6
En este pasuk hallamos tres elementos principales:
1) "pecado" (singular en número);
2) "viejo hombre"; y
3) "cuerpo pecador" (el cuerpo del pecado).
EL VIEJO HOMBRE REPRESENTA LA SUMA TOTAL DE TO-
DO LO QUE HEREDAMOS DE ADAM. Nosotros pecamos
porque este viejo hombre ama el pecado. En cuanto al
cuerpo del pecado, se refiere al cuerpo con el cual el
pecado toma una manifestación física, visible y activa.
Esta parte corporal del hombre ha pasado a ser un ac-
tor o títere de todo nuestro pecar. Es llamado el cuer-
po del pecado porque está sometido al poder del peca-
do, cargado plenamente con los deseos carnales. Y es
por medio de este cuerpo que el pecado consigue ex-
presarse, pues de otro modo sería un poder invisible.
Para recapitular, el pecado es el poder, la fuerza que
nos arrastra a pecar. El viejo hombre lo que heredamos
de Adam, y el cuerpo de pecado es el elemento corpo-
ral que usamos para manifestar el pecado.
Elohim sabe bien que el cuerpo es la esfera especial de
la operación del pecado. El propósito de crucificar al
viejo hombre es dejar en libertad al cuerpo del domi-
nio del pecado. Habiendo sido crucificado con el viejo
hombre, como su socio del pecado, y con el nuevo
hombre ocupando su lugar, el poder del pecado sobre
el cuerpo está quebrantado, porque sin la cooperación
del viejo hombre el pecado no puede usar directamen-
te al cuerpo.
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Los que están dispuestos hacia la voluntad van
a andar conforme a su propio deleite y rehu-
sarán hacer la voluntad de Elohim.
Los que son propensos hacia el intelecto o
mente van a ordenar su camino en conformidad
con su sabiduría y prescindirán de recibir con
quietud la guía del Ruaj haKodesh en su intui-
ción.
En tanto que los que por disposición natural se
inclinan a la emoción van a buscar placeres que
satisfagan sus sentimientos.
Cualquiera que sea la inclinación, cada uno verá su
tendencia como la vida suprema. No importa la direc-
ción de la inclinación, una cosa hay en común en todas
estas personas: TODAS VIVEN EN SÍ MISMAS EN LO QUE
DE MODO NATURAL POSEÍAN ANTES DE CREER EN YAH-
WEH: sea talento, destreza, elocuencia, sagacidad,
atractivo, celo o lo que sea. En principio, la vida del
alma es fuerza natural; por tanto, si el creyente desea
vivir en la práctica la muerte del cuerpo de pecado y su
liberación del poder del pecado, DEBE SOMETER AL AL-
MA, NEGARSE A SÍ MISMO (EL ALMA). En la vida práctica
esto requiere que todos los días recomencemos, una y
otra vez, ya que el creyente tropezará muchas veces,
sobre todo en los comienzos, aunque irá adquiriendo
práctica y firmeza a medida que persevere en cargar su
madero. Cada vez que niegue su yo, eligiendo las cosas
del Ruaj por encima de los deseos de su alma, estará
ganando una batalla contra sí mismo, haciendo crecer
su ruaj. De esta manera, al hacer crecer al r