Seguridad Profesional Seguridad Profesional | Page 28

•Control y Poder:

Otro motivo que apareció en los relatos de los asesinos en serie que les motivaba para hacer lo que hacían era la sensación de control y poder que experimentaban cuando acababa con la vida de una persona. Esta necesidad de control y poder era frutos de sus fantasías, unas fantasía en las que se veían a ellos mismo como más importante de los que realmente eran, unas fantasías en las que ellos tenían todo el control y poder. El paso de la fantasía a la realidad por medio de un asesinato les otorgaba, aunque fuera momentáneamente, esa sensación de poder y control de las que ellos carecían en su vida no criminal.

Esta motivación está claramente recogida en la teoría de Mc Clelland (1989), cuando habla de motivación de poder. Este tipo de agresores tienen realmente una baja autoestima y complejos de inferioridad que le hacen sentirse insignificantes. Para escapar de esta sensación elaboran unas fantasías en las que alcanzan una superioridad infinita, el poder divino de controlar la vida y la muerte. ¿Hay quizá mayor poder que ese?

Pero la fantasía no sola no vale porque la realidad diaria le devuelve una y otra vez a su inferioridad, así que en un momento determinado lleva la fantasía al acto, a la realidad y comete su primer crimen. En ese momento el asesino cuestiona su propia imagen real, comprueba que puede llegar a ser la persona que siempre deseó y eso le genera una sensación adictiva. Poco a poco esa sensación disminuye y tarde o temprano tendrá que volver a recuperarla con otro crimen.

•Sentirse vivos:

Un tanto relacionado con la motivación anterior sería la última motivación identificada en el estudio, los asesinos declararon que matar les hacía sentirse vivos. Sentían un éxtasis eufórico, una ira violenta que cuando era descargada por medio del asesinato les provocaba una sensación de placer seguida de una sensación de calma para culminar con una sensación de alivio. Más tarde, relataban los asesinos, les sobrevenía un estado de intranquilidad y miedo que iba creciendo a lo largo del tiempo. Para tratar de eliminarlos, los asesinos solían recurrir a las drogas o a sus fantasías. Es posible que el robo de objetos relacionados con la víctima que suele producirse en algunos casos, los llamados souvenires o trofeos, sean usados para tratar de rememorar el asesinato y con él recuperar en parte las sensaciones placenteras que se sintieron en esos momentos. En cualquier caso, relataron los asesinos, vencer al miedo y la intranquilidad y volver a sentir el placer solo era posible finalmente con un nuevo asesinato.

Esta motivación se encuentra muy relacionada con las últimas necesidades de la pirámide descritas por Maslow, las necesidades de estima y autorrealización.