comienzan a visitar cárceles y centros psiquiátricos tratando de identificar la relación entre este cromosoma y la tendencia a la violencia.
Aunque con déficit en la significación estadística y escasa validez metodológica algunos resultados llevaron a hablar del descubrimiento del cromosoma del crimen. La existencia del cromosoma XXY estaba relacionada además con elevada estatura, acné, retraso mental, impulsividad, dificultad de aprendizaje y desviaciones sexuales entre otras conductas.
Esta corriente se fue abandonando posteriormente ya que entre otras cosas, los criminales con esta alteración contaban además con factores psicosociales que podrían influir en la causalidad última de su actividad criminal. Esto, junto con el hecho de la existencia de asesinos en serie sin esta alteración cromosómica hizo que la intención de encontrar el cromosoma del mal se fuera descartando con el tiempo y se hablara más de predisposición biológica.
El psicólogo Adrian Raine encabeza actualmente los estudios que abordan el fenómeno de la violencia desde una perspectiva neuropsicológica. Sus estudios han mostrado relaciones en entre determinadas alteraciones en la región frontal y temporal del cerebro y agresividad. En sus estudio de 41 asesinos encontró una baja actividad prefrontal, lo que está relacionado con pérdida de inhibición, comportamientos arriesgados, irresponsabilidad, trasgresión de las normas, impulsividad y pérdida del autocontrol (Raine y Sanmartín 2002).
Otros hallazgos de sus estudios son los que diferencian a los asesinos depredadores de los asesinos afectivos. Los primeros sería asesinos controlados, organizados según la tipología del FBI, mientras que los afectivos sería los que actúan movidos por una emoción muy intensa, serían los desorganizados en la tipología anteriormente mencionada.
Ambos tipos de asesinos muestran alteraciones prefrontales, pero mientras la actividad en esta zona es bastante baja en los afectivos, lo que les lleva a arranques impulsivos y descontrolados de violencia, en los depredadores esta actividad es casi normal, lo que le permite tener un mayor control sobre sus impulsos, son capaces de regular, planificar y manipular a los demás para conseguir sus objetivos.
Otro estudio, que resulta interesante por el número de asesinos en serie estudiado es el de Maurice Godwin (2000) presenta un estudio en el que analiza 107 asesinos en serie de USA responsables de 728 asesinatos. De la evaluación de los casos identifica una serie de variables sobre las que realizar un análisis estadístico con metodología multivariante siguiendo los trabajos y la teoría de facetas del Dr. David Canter. Debido a la extensión