rechazo y diversas reacciones emocionales negativas en el sujeto que lo conducen a estados de ansiedad y frustración. El asesino mataría como forma de reestablecer cierto equilibrio y autoestima, tomando de los otros lo que siente que le han arrebatado y suprimiendo, aunque de forma momentánea la ansiedad y el estrés.
Elementos como las drogas, la pornografía y las fantasías actuarán en este caso como elementos facilitadores de la conducta asesina.
Para Hickey no existirían clasificaciones rígidas de asesinos en serie, ya que cada uno presentaría una serie de predisposiciones, traumas y elementos facilitadores distintos.
Según este conjunto de elementos y la combinación que formen describirán al asesino en cuanto a su MO, selección de víctimas y firma.
El F.B.I utiliza un modelo de explicación conocido como “modelo de motivación”. Este modelo está basado en el estudio de 36 asesinos sexuales del proyecto PIPC , que dio lugar a la clasificación organizado-desorganizado. Ressler et al. (1998) describen una serie de fases en la formación de la personalidad del asesino en serie sexual.
En su infancia temprana, el niño convive con un ambiente social ineficaz, con padres ausentes o desestructuración familiar que conduce al niño a la elaboración de distorsiones cognitivas, a una falta de soporte emocional, escasez de habilidades sociales y falta de disciplina. En esta situación, el niño no posee estrategias de afrontamiento para resolver los conflictos que se le presentan y empieza a esconderse tras una serie de fantasías en la que suelen ir apareciendo componentes de tipo violento. Estas fantasías conducen a un estado de ensimismamiento y aislamiento en el niño que se relacionan con conductas autoeróticas, rebeldía, tendencia a mentir y a desconfiar de los demás. En ese momento suelen aparecer conductas que muestran crueldad con animales, pequeños robos caseros e incendios que van alimentando fantasías cada vez más violenta y una sed de venganza que puede evolucionar a partir de la adolescencia en secuestros, violaciones y asesinatos.
Ya, dentro de los estudios de orientación biologicista, surgieron teorías de tipo genetista que trataron de abordar el tema de la agresividad humana como una enfermedad genética provocada por una alteración cromosómica. Esta corriente parte de los hallazgos de Jacobs y colaboradores en 1965, quienes evaluando 197 pacientes con conductas violentas encontraron a 7 de ellos que padecían una alteración cromosómica, tenían 47 cromosomas en lugar de 46, concretamente presentaban un cromosoma sexual XYY. A partir de aquí numerosos autores