SBS 2018 Subsidio Semana Buen Samaritano 2018 | Page 21
Siglos más tarde, cuando se redacta el Código deuteronómico, la situación de los
grupos más débiles no ha mejorado, sino todo lo contrario. Es cada vez mayor el
número de personas que han perdido sus tierras y deben trabajar por cuenta ajena.
Los legisladores intentan ayudarles con esta nueva ley sobre el salario: “No
explotarás al jornalero, pobre y necesitado, sea hermano tuyo o emigrante que vive
en tu tierra, en tu ciudad; cada jornada le darás su jornal, antes que el sol se ponga,
porque pasa necesidad y está pendiente del salario” (Dt 24,14).
El Deuteronomio, profundamente humanitario, defiende a estos grupos más pobres.
Permite que entren en la viña del prójimo y coman hasta hartarse (sin meter nada
en la canasta) o que espiguen en las mieses del prójimo (pero sin meter la hoz;
Dt 23,25-26). Manda a los propietarios: “cuando siegues la mies de tu campo y
olvides en el suelo una gavilla, no vuelvas a recogerla; déjasela al emigrante, al
huérfano y a la viuda, y así bendecirá el Señor todas tus tareas. Cuando varees tu
olivar, no repases las ramas; déjaselas al emigrante, al huérfano y a la viuda.
Cuando vendimies tu viña, no rebusques los racimos; déjaselos al emigrante, al
huérfano y a la viuda” (Dt 24,19-21).
El problema de los emigrantes debió crecer con la invasión del reino norte por los
asirios. Muchos israelitas buscaron seguridad en el sur. Por otra parte, huérfanos y
viudas no encuentran la antigua protección de la familia patriarcal y de los clanes.
Esa sociedad ha desaparecido, los vínculos se han roto, mientras el número de
viudas aumenta con las guerras.
El Deuteronomio hace más rigurosa la antigua ley de Éx 22,25, que permite tomar
en prenda la capa o manto del prójimo, con tal de devolverla antes de ponerse el
sol; ahora se prohíbe “tomar en prenda la ropa de la viuda” (Dt 24,17). Dentro del
mismo espíritu encontramos otra disposición, inimaginable en el Código de la
Alianza, con su acendrada defensa de la propiedad privada: “Si un esclavo se
escapa y se refugia en tu casa, no lo entregues a su amo; se quedará contigo,
entre los tuyos, en el lugar que elija en una de tus ciudades, donde mejor le
parezca, y no lo explotes” (Dt 23,16). Supone, por parte del legislador, la concien-
cia de una injusticia de base, de una sociedad arbitraria, donde a veces sólo cabe
el recurso de escapar de ella; aunque se infrinjan las normas en vigor, el
Deuteronomio comprende esa postura y defiende al interesado.
4. Dos palabras sobre profetas y sabios
Los textos anteriores dejan esbozadas las ideas principales de la Biblia sobre la
solidaridad. Lo que encontramos en autores y libros posteriores, sobre todo en los
profetas, es una denuncia radical de la insolidaridad en la se ha caído. El pueblo
liberado de Egipto se encuentra en una nueva esclavitud, no llevada a cabo por
extranjeros, sino por ciertos sectores del mismo pueblo: los que tienen el poder
político, judicial, económico y religioso. Frente a esta insolidaridad de los podero-
sos volvemos a descubrir al Dios del Éxodo, que se alinea con los débiles, y que
sólo en esta gente sufrida y maltratada reconoce a su pueblo, como afirma
Miqueas.
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