SBS 2018 Subsidio Semana Buen Samaritano 2018 | Page 19
Con esto aborda el relato uno de los mayores problemas teológicos de la historiade
la humanidad y de la Biblia. ¿Por qué no escucha Dios desde el primer
momento el grito de los oprimidos? Es imposible responder a este misterio. Pero
hay un detalle importante. Desde que comenzó la opresión, esta es la vez primera
en el que el pueblo “clama”. Este verbo está cargado de sentido teológico en la
Biblia. No es la simple protesta del angustiado, ni un puro grito de rabia; es un grito
que se dirige a Dios, pidiéndole que intervenga.
Por consiguiente, en la mentalidad del relato, Dios escucha en cuanto el pueblo le
presenta su problema. Nosotros nos sentimos tentados a descalificar esta teoría.
Estamos convencidos de que, a lo largo de la historia, son muchos los clamores
dirigidos a Dios sin encontrar respuesta. Pero esto no nos permite descalificar la
opinión de este libro bíblico. Antes de hacerlo deberíamos recordar un pasaje
evangélico en el que Jesús dice que Dios escucha la plegaria de los oprimidos
cuando claman a El noche y día. Pero termina con unas palabras muy serias:
“Cuando llegue el Hijo del Hombre, ¿encontrará esta fe sobre la tierra?”. Esa fe
que se mantiene firme, esperando contra toda esperanza el momento de la
liberación.
En el caso que estudiamos, no cabe duda del interés de Dios por su pueblo oprimi-
do. “He visto muy bien la miseria de mi pueblo que está en Egipto. He oído su
clamor contra sus opresores y conozco sus sufrimientos (Éx 3,7 ) El clamor de los
hijos de Israel llegó hasta mí, y estoy viendo la opresión con que los egipcios los
atormentan” (Éx 3,7.9). “Oí los gemidos de los hijos de Israel, esclavizados por los
egipcios, y me acordé de mi alianza” (Éx 6,5). Y Dios, a través de su instrumento
humano, pondrá en marcha el proceso de liberación.
Pero, en el libro del Éxodo, Dios se manifiesta de forma nueva. En los relatos
patriarcales aparecía como el Dios cercano, que dialoga bondadoso con los
hombres e incluso pierde su combate con Jacob. Sólo en el episodio de Sodoma
queda insinuado su tremendo poder. Ahora no es así. Se acomoda a la nueva
situación de esclavitud y actúa también de forma tremenda, “con mano poderosa
y haciendo solemne justicia” (Éx 6,6). El faraón tendrá que aceptar que “no hay
nadie como Yahvé nuestro Dios” (Éx 8,6), “que la tierra pertenece a Yahvé”
(Éx 9,29). La manifestación de su poder tendrá lugar en las plagas y en el paso del
Mar.
3. El esfuerzo por crear solidaridad: los legisladores
El Éxodo representa el esfuerzo de Dios por formar un pueblo de hombres libres,
unidos por la misma experiencia humana y religiosa, con una ley común y una tierra
donde poder habitar. Algo esencial en la constitución de este nuevo pueblo es la
ley. Sin una serie de normas que orienten la conducta de la comunidad y de los
individuos, la convivencia resulta imposible. Nosotros acostumbramos pensar que la
nueva ley es el Decálogo, y que son los diez mandamientos, con su respeto radical
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