SBS 2018 Subsidio Semana Buen Samaritano 2018 | Page 15
Adán, obedece, se muestra solidario con el plan de Dios, y así comienza la historia
de la salvación. Esta solidaridad la mantendrá a lo largo de su vida, en las
circunstancias más difíciles, cuando las promesas parecen no cumplirse, incluso
cuando Dios mismo parece ir contra ellas, pidiendo el sacrificio del único hijo, Isaac.
Y esta solidaridad con el plan de Dios la mantendrán también los patriarcas
siguientes, incluso el rebelde Jacob, siempre dispuesto a discutir y pelear con el
Señor.
Pero la ruptura con Dios se había manifestado también a nivel interhumano:
relaciones familiares (entre los esposos y entre los hermanos) y grupales (entre
los pueblos) quedaron afectadas por la desobediencia a Dios. Por otra parte, a
nivel familiar, el libro del Génesis es un magnífico programa de restauración de las r
elaciones perdidas. No partiendo de utopías, sino de las realidades concretas y
duras de la vida.
La tensión surgida entre Adán y Eva queda superada en las relaciones entre
Abrahán y Sara, Jacob y sus dos mujeres (Raquel y Lía). Las cosas no son fáciles.
Sara es estéril, a veces dominante y egoísta; Abrahán puede parecer en momentos
débil y cobarde, incapaz de tomar la decisión más adecuada. Sin embargo, a pesar
de todas las dificultades, los vemos envejecer juntos, esperar juntos la promesa de
la descendencia, superar juntos las crisis inevitables que provoca la dilación de
Dios. Una unión que encuentra su expresión culminante cuando, muerta Sara,
Abrahán compra un terreno para enterrarla.
Las relaciones entre Jacob y sus dos mujeres son más conflictivas todavía. Los
autores bíblicos quizá han querido reflejar los problemas inevitables de la poligamia.
A pesar de ellos, la familia se mantiene unida, comparte ilusiones y temores,
participa en la misma aventura.
Más atención que a las relaciones entre esposos conceden los autores bíblicos a
las relaciones fraternas. Una vez más se parte del conflicto. Ismael e Isaac son
hermanos, pero hijos de distinta madre. Uno, hijo de la esclava; otro, hijo de la
señora. La vida los separará, pero el amor a su padre volverá a unirlos en el
momento trágico de la muerte de su padre, Abrahán.
Ambiciones y engaños separarán también a Esaú y Jacob. Pero la vida enseña a
perdonar y a restaurar la fraternidad. Cuando Jacob vuelve de Siria, donde ha
estado habitando con su tío Labán, teme que Esaú quiera vengarse del engaño por
l que le había arrebatado la primogenitura. Su miedo es tan grande que llega a
dividir sus posesiones en dos campamentos, con vistas a salvar uno al menos.
Sin embargo, cuando se produce el encuentro, “Esaú corrió a recibirlo, lo abrazó,
se le echó al cuello y lo besó llorando” (Gén 33,4). Caín no tenía motivos para
matar a Abel. Humanamente hablando, y puestos en la mentalidad de la época,
Esaú tiene motivos para matar a Jacob. Sin embargo, no lo hace. Algo superior,
misterioso, que el autor del relato no explica, le mueve a perdonar. Junto al misteriode
la venganza surge en la historia ese otro misterio del perdón.
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