SBS 2018 Subsidio Semana Buen Samaritano 2018 | Page 12
1. El Génesis
Quizá sea este libro el más rico de la Biblia a propósito del tema que nos interesa.
En él se expone la base inicial de la solidaridad, las cuatro rupturas posteriores, y
el esfuerzo por recomponer esa fraternidad perdida.
La solidaridad inicial y las cuatro rupturas posteriores
El primer capítulo del libro del Génesis pone ya la base de la solidaridad, que
se encuentra en la creación. Precisamente una de las mayores manifestaciones
de la insolidaridad, es la que se da a nivel del mismo género humano entre sus
dos elementos componentes, el hombre y la mujer. Es igual que hablemos de
feminismo o de machismo. En cualquier caso, los términos reflejan una tensión,
que ha provocado y sigue provocando grandes injusticias, y que en muchos casos
ha intentado fundamentarse con ideas filosóficas y teológicas. El primer capítulo del
Génesis nos dice que esto no pertenece al plan originario de Dios.
Cuando se habla de la creación de la primera pareja humana, la mayoría de la
gente sólo recuerda el relato de la formación de Adán a partir del barro y de Eva
a partir de la costilla de Adán (Gén 2,7-25). Pero el capítulo primero enfoca las
cosas de manera distinta. Al llegar al sexto día de la creación, después de haber
realizado todas sus obras en el cielo, en el mar y sobre la faz de la tierra, Dios
decide: “Hagamos al ser humano a nuestra imagen y semejanza; que dominen los
peces del mar, las aves del cielo, los animales domésticos y todos los reptiles. Y
creó Dios al ser humano a su imagen; a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los
creó” (Gén 1,26-27).
En cualquier forma que se interprete la imagen y semejanza de Dios -tema muy
discutido- lo importante es que, para el autor de este capítulo, la imagen y semejanza
de Dios, el reflejo de su gloria, la misión de dominar el mundo, es algo que no
corresponde sólo al varón, sino al varón y a la mujer de forma indisoluble. La Biblia,
tan acusada de antifeminismo, se abre con la afirmación más tajante de la igualdad
de los dos sexos. Y así pone el fundamento para aclarar todos los otros problemas
de insolidaridad que iremos encontrando a lo largo de la historia. Esa solidaridad no
sólo existe entre el hombre y la mujer, sino entre ambos y Dios, continuando su obra
creadora y participando en su mismo proyecto histórico.
Sin embargo, esta solidaridad inicial se rompe de inmediato según el mismo relato
bíblico. Casi siempre nos fijamos en la ruptura con Dios por la desobediencia. Pero
es igual de clara y trágica la ruptura que se produce entre Adán y Eva. En el capítulo
tercero, después del pecado original, Dios interroga a los culpables. Comienza por
Adán, y éste se excusa cargando la responsabilidad sobre Eva y sobre el mismo
Dios: “La mujer que me diste por compañera me alargó el fruto y comí” (Gén 3,12).
Eva ya no es para Adán “hueso de mis huesos y carne de mi carne”, como había
12