SAYARI
Año I Ed. 01 Junio 2017
Relación de Santacruz Pachacuti, con Cristo. Además,
Guamán Poma y Calancha discurren sobre la
evangelización temprana del Tahuantinsuyo por los
apóstoles San Bartolomé o Santo Tomás.
Al parecer todos rescatan para el mundo andino
una elevada concepción monoteísta –cosa que Mejía
sigue-. No obstante, sería un error ignorar el trasfondo
político en que se emiten estos juicios. Muy bien la
astucia indígena pudo morigerar las discrepancias
religiosas con el fin de moderar el impacto de la
conquista (Flores: Santacruz Pachacuti, Chamanismo,
filosofía mitocrática, 2016). Sobre todo porque desde
el rancio Felipe II se impondrá una recia monarquía
central con la absolutista y maquiavélica “razón de
estado”, que dejaba muy por detrás la política del “bien
común”, todavía respetada por los primeros
encomenderos que soñaron con una sociedad ideal en
unión con las sobrevivientes élites cusqueñas.
“ … los
extirpadores
de
idolatrías
no
se
las
emprendieron
contra
Viracocha –al que veían
fácilmente asimilable al
monoteísmo cristiano-, sino
contra
el
politeísmo
idolátrico.”
De modo que no es descabellada la tesis del
dualismo emanatista andino, que fue reemplazado por
el monoteísmo cristiano y asimilado sincréticamente
por los nativos gracias al carácter vivificador de su
deidad primigenia.
Precisamente porque la cosmovisión andina es
adaptativa, dinámica y asimiladora no tardó en reparar
que la teología de la Redención implica la
sacralización de la Creación, que para ellos está
animada. La teofanía común hizo posible tal encuentro
religioso.
Por tanto, resulta controvertible que Depaz
contraponga la religiosidad andina a la religión
judeocristiana para extraer conclusiones diacrónicas
generales (2015: 32,170, 314, 315). Al contrario, los
extirpadores de idolatrías no se las emprendieron
contra Viracocha –al que veían fácilmente
asimilable al monoteísmo cristiano-, sino contra el
politeísmo idolátrico. El Uccu Pacha primordial
despojado de su estatus ontológico privilegiado
mediante el creatum ex nihilo cristiano, deja solo al
dios ordenador andino y resulta cómodamente
aprovechable y asimilable para el Dios creador del
cristianismo.
En otras palabras, al introducir la revolución
metafísica del creatum ex nihilo del cristianismo,
los misioneros provocaron un cambio completo de
los presupuestos ontológicos de la teología
precolombina.
Así, lo que la evidencia etnológica, antropológica y
la teología de la ecología impone, es la constatación
que la religiosidad andina al sincretizarse con el
cristianismo ha dado mayor fuerza y cumplimento, con
su carácter holístico, a las Escrituras y al espíritu de
Cristo (Levinas: Totalidad e infinito, 1977; Marzal:
Tierra encantada. Tratado de antropología religiosa de
América Latina, 2002; Varios: Teología de la ecología,
1995; Chardin: El medio divino, 1975; Derrick: La
creación delicada, 1987; Roszak: Persona Planeta,
1985; Jonas: El principio de responsabilidad. Ensayo
de una ética para la civilización tecnológica, 1995).
Este fue el aporte de la teología andina a la teología
cristiana. Cristo en los andes adquirió mayor
dimensión y vivencia holística y ecológica.
En otras palabras, el ateísmo secularista de Depaz
no le permite advertir que el cristianismo andino
implica una teología ecológica más fuerte, donde es
pecado instrumentalizar a la Naturaleza, destruirla,
dominarla y no tratarla con un espíritu de santidad y
justicia. Si este aspecto no se advierte se incurre en
neopaganismo regresivo andino. Y bajo este peligro
espiritual se encuentra Depaz y compañía. En buena
cuenta, la racionalidad no instrumental de la
teología andina repotenció la racionalidad no
instrumental de la teología cristiana.
Sobre la presencia del dios ignoto desde los
tiempos panandinos en el dios Wari, cabe preguntarse
si la llamada edad protocristiana en el esquema de
Garcilaso se extiende mucho más atrás de los
incas. Como se recuerda, Garcilaso por la forma
religiosa divide las edades espirituales del mundo
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