SAYARI Año I Ed. 01 Junio 2017
andino en tres etapas: la etapa idólatra( salvajismo bestial), la etapa protocristiana( los incas) y la etapa cristiana( con la llegada de los españoles).
Lo que caracteriza religiosamente a la etapa protocristana es el vislumbre de un dios animador, su simbolización en la cruz sagrada o chakana, la creencia en la inmortalidad del alma y en la resurrección universal. Ahora bien, era natural para su época que Garcilaso ignorara la existencia de grandes civilizaciones e imperios que ya se habían extinguido en su tiempo. Pero la incesante investigación históricoarqueológica demuestra que estos cinco elementos están presentes desde los tiempos de Chavín, atravesando los horizontes del imperio Wari, Recuay, Paracas, Nazca y Tiahuanaco e incluso desde Caral. Y es muy probable que nuevas investigaciones lo retraigan más atrás en el tiempo.
Si esto es así, entonces la tesis politeísta naturalista e incluso la panteísta, que niega la presencia en el mundo precolombino de una deidad más abstracta e invisible, no son ciertas. No todos los seres superiores y celestiales resultarían visibles, por lo menos no el principal: Viracocha.
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Por ejemplo, la chakana, cruz escalonada o cruz andina como importante símbolo polisémico del mundo ideal y del mundo real, tiene una antigüedad de más de cuatro mil años. En el obelisco Tello al interior del lagarto está la imagen de la chakana. También se presenta en las estelas de piedra de Tiahuanaco, tejidos Wari, cerámica nazca, y bordados incas. Y lo más sorprendente es que en el desierto del Chao fue hallada la chakana en un yacimiento precerámico de seis mil años de antigüedad.
De modo que existen vestigios históricoarqueológicos que permiten afirmar la presencia del dios ignoto mucho más atrás de los incas y que harían que la edad protocristiana de Garcilaso se retrotraiga más remotamente en el tiempo. Esto es importante señalarlo porque ratifica lo elaborado de la teología andina desde sus civilizaciones agro-cosmocéntricas más tempranas.
Ahora bien, debemos advertir que esta limitación óntica señalada del esquema teológico de Depaz es ilegítima, porque desde el momento en que se habla del dios ignoto en la teología andina, se puede con toda amplitud también razonar ontológicamente desde el ser en cuanto ser. Además, resulta fundamental considerar que la dialéctica de la relación supone el ser previo al relacionar o chawpi.
En consecuencia, y refiriéndome al panteísmo impersonalista de Depaz, lo primero no es la relación sino el ser que se relaciona. Por tanto, no es el Ser un interactuar, sino que lo es el condicionado ente. Por lo demás, asumir al mismo el Uku Pacha como genésico( Depaz 2015: 325) y como vida potencial resulta contradictorio. Porque lo potencial no es genésico ni actuante, sino estático e inmutable. Como en el esquema de Depaz no es posible sino pensarlo como potencial, entonces se impone que el principio activo o logos es la deidad ordenadora, que es Camac o el logos. Así, resulta que el dualismo es inevitable. Depaz no lo puede eludir.
Lima, Salamanca 31 de Agosto del 2016
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