SAYARI
Año I Ed. 01 Junio 2017
principal del movimiento económico en el centro
Comercial de Gamarra, por ejemplo, es movido
por capitales que lo manejan justamente
personas de raza india, porque todavía tenemos
indígenas, los nuevos “cholos” y que trabajan
sin reglas claras, desenvolviéndose en “El Otro
Sendero” de Hernando de Soto, es decir en el
mundo de la informalidad. Pero lo que decimos
que parece algo aberrante e inverosímil, lo
confirma nuestro ya famoso Anthony Giddens
en “La Tercera Vía”, donde nos dice que se
negocia formalmente solamente el 5% del
comercio en los países desarrollados. El
restante 95% es especulación y manejo de las
transnacionales para sus intereses. ¿Qué
significa todo esto? Sencillamente que nuestros
“indios” son los que descubren las soluciones
para generar trabajo y desarrollo en nuestro
país.
Regresando a nuestro cuento, se aprecia como
el indio no es tomado en cuenta para nada, es
considerado una herramienta más, que debe ser
usada cuando la necesitamos. En ese sentido
inclusive Pomares tuvo que ser reclutado a la
fuerza, para poder aprender, y saber de la
existencia de Perú que desconocía. Aquí
percibimos dos aspectos bien definidos. A los
invasores les preocupó siempre la clase
gobernante, que podía ser controlada con
dádivas y placeres producto de los negociados
conseguidos. Y a la clase gobernante nunca le
interesó considerar al indio en absolutamente
nada. Esto se refleja en el cuento, cuando uno
de ellos, le pregunta a Pomares, porque iban a
pelear por “mistis” peruanos, si estos eran
iguales a los “mistis” chilenos. Aquí viene una de
las claves del cuento, el hecho de la hermandad,
de la solidaridad que existe siempre, con
diferentes clases pero con una sola patria, en
este caso el Perú.
No podemos seguir pensando, o dejando que
nos arrastre el inconsciente colectivo para
considerar que el “indio”, que el cholo moderno,
no debe ser considerado para nada, pienso que
es nuestro mejor potencial. Existe inclusive la
comparación que se hace al indio con la raza
japonesa, por lo sumisos, perseverantes,
modestos, bastante prudentes, inclusive existen
palabras en quechua y japonés que se
pronuncian de igual forma. La pregunta obligada
es: ¿Quiénes son los artífices del Japón de hoy?
Desterremos pues, ese síndrome negativo,
nocivo, que tenemos con relación al indígena
peruano.
2. LA UTOPIA DE NACION
Los “utópicos” de Moro, fueron en la
imaginación de ese gran político, los habitantes
de la América descubierta, donde no existían
clases, ni moneda, donde todo era felicidad y
prosperidad. Se vivía por decirlo menos, en el
paraíso. ¿Por qué pensó de esa manera Tomás
Moro? Los problemas socioeconómicos de esa
época, inducían y obligaban a presentar al
pueblo verdaderas utopías, lo que sería
interesante presentar ahora. En el cuento de
López Albújar la nación es una utopía, algo que
no existe, talvéz porque efectivamente si
existiera como se conceptualiza sería el
paraíso. Donde todos tendríamos intereses
comunes, culturalmente iguales, con tradiciones
que nos integran, una religión aceptada por
todos, etc., etc. Por el contrario el indio no sabe
si es peruano o que significa serlo, no conoce
que Perú tiene mar, y no sabe como es el mar,
no sabe de la existencia de Trujillo, de
Huancayo y de otros lugares que pertenecen al
Perú. Por eso creemos que la nación peruana,
está en gestación, no podemos considerar a la
fecha nuestra identidad nacional, no la tenemos,
es necesario definir nuestros problemas y
resolverlos pero por nuestras propias
capacidades. En la última guerra no declarada
del Cenepa, una vez más los únicos que
combatieron de verdad fueron justamente todos
aquellos que son discriminados por la sociedad
que se dice peruana, combatieron los “serranos”
y “selváticos”, y que demostraron un verdadero
amor no a la nación, porque no la conocen sino
a su patria, a su bandera, a esa bandera de
Aparicio Pomares, que esa sí es y será siempre
la misma. En el último desastre natural, que
afectó el Norte de nuestro país, se aprecia como
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