-No señores. Estos no son los hombres que nos asaltaron.
-¿Está segura?
-Por supuesto. ¡Estos no son!
Quise que me tragara la tierra.
El señor Izquierdo comenzó a gritamos:
-¡Ingratos! ¡Malagradecidos!
-Disculpe -respondió mi padre -. Hubo un malentendido. Mi hijo
creyó...
-¡Su hijo es un marica! -aulló Lobelo Le encanta acusar. Y lo
peor es que dice muchas mentiras
-¡Yo no digo mentiras! -me defendí.
Papá tomó el control.
-Señor Izquierdo –dijo -, dadas las circunstancias, ya no
conviene que trabaje con nosotros.
-Así será -contestó amenazante -, pero ustedes se van a
arrepentir de habernos hecho pasar este mal rato.
Nos quedamos de pie como congelados por el temor.
Los policías nos hicieron salir de ahí.
De regreso a casa nadie dijo una sola palabra.
desde el asiento delantero.
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de continuar la lectura del siguiente capítulo.
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