SANGRE DE CAMPEÓN Sangre de campeón | Page 83

-Nuestro hijo es menor de edad. El policía respondió: -Debe ir a las oficinas, pero pueden acompañarlo. Mis padres y yo acudimos a la comisaria. Nos llevaron a un amplio salón. Lobelo y el señor Izquierdo estaban detenidos al fondo de la sala. Nos vieron. No había un cristal opaco para identificar a los delincuentes. El oficial los señaló y me preguntó: -¿Ellos asaltaron a los ancianos? Agaché la cara y quise ser discreto. -Sí –contesté -. No los vi al momento del asalto, pero minutos antes dieron la vuelta justo donde encontramos a los viejitos. -¿Y por qué supones que son los ladrones? -Porque en la mañana me llevaron a la escuela y, el más joven, jugando, me apuntó a la cabeza con una pistola de verdad. Además lo conozco desde hace tiempo. Presume los billetes que siempre carga y dice que su padrastro le ha enseñado a ganar dinero fácil. A los pocos minutos, llegó la anciana, esposa del hombre que había sufrido un ataque cardíaco. Venia acompañada de dos policías. El comandante le preguntó señalando con el mismo descaro: -¿Esos son los asaltantes? -Desde aquí no los veo bien -contestó la mujer. -Vamos a acercamos. Caminaron hacia los detenidos. Mis padres y yo los seguimos. La anciana llegó frente a ellos y casi de inmediato afirmó: 83